Sinfonía de piedra florecida
en lirios de ciclópea arquitectura,
bajel de limpia y firme singladura,
quebrando brisas con su proa erguida.
Ansiedad de evasión no conseguida,
grito de eternidad hacia la altura,
demencia de volúmenes y pura
teoría de formas sin medida.
Eclosión de telúrica armonía,
melodía de luz siempre cambiante,
en los copos de carne hipersensible.
(Del libro: BARRIO ALTO .-Pg 23.-Enrique Domínguez Millán.- Racal 2009)