Escribo estas líneas con la intención de resumir la Decisión del Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea, del día 23 de diciembre del 2020, por la que se declaraba el año 2021 como Año Europeo del Ferrocarril.
Considero conveniente examinar esta Decisión, para que las autoridades (del Ministerio de Transportes, del gobierno de Castilla-La Mancha, de la diputación y del ayuntamiento de Cuenca), empeñadas en la destrucción del ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia, comprueben que la reivindicación de Cuenca está en línea con las propuestas y recomendaciones de la Unión Europea.
Según la Decisión europea “el objetivo general del Año Europeo (es)… fomentar y apoyar la labor de la Unión, los Estados, las autoridades regionales y locales … para aumentar (no dice reducir) la cuota del ferrocarril en el transporte de pasajeros y mercancías”. Entre los trece objetivos específicos del Año Europeo se mencionan, “el promover el ferrocarril como un modo de transporte sostenible, innovador, interconectado e intermodal, seguro y asequible”. La Decisión resalta el papel del ferrocarril, para lograr “el objetivo de neutralidad climática”, crear una “red logística eficaz”, capaz de garantizar servicios esenciales y la contribución del ferrocarril a la economía, a la industria, al comercio, al desarrollo regional y local, al turismo sostenible y la mejora de la accesibilidad para las personas con movilidad reducida y las personas mayores.
El propósito del Año Europeo del Ferrocarril es “transformar la economía de la Unión y replantear las políticas en el ámbito del transporte y la movilidad”. Se pretende que “una parte sustancial del 75 % del transporte interior de mercancías que ahora se realiza por carretera (pase)… al ferrocarril”. Para llevar a cabo esa transición son necesarias inversiones significativas, incluidas “inversiones hechas en el contexto de los fondos de recuperación”.
Las autoridades europeas son plenamente conscientes de que el sector del ferrocarril se ve “a veces lastrado, entre otros factores, por prácticas empresariales y operativas obsoletas, por unas infraestructuras y un material rodante envejecidos y por vagones ruidosos”. Por este motivo, la Unión Europea considera que el sector del ferrocarril “necesita un nuevo impulso a fin de resultar más atractivo para los viajeros, los trabajadores y las empresas”. De ahí que su propuesta para la superación de esos obstáculos, sea mediante inversiones con fondos europeos, que complementen las inversiones nacionales, para emprender una innovación acelerada, con vistas a que el ferrocarril alcance todo su potencial y aumente el tráfico ferroviario.
Es fundamental llamar la atención del gobierno regional, para que tome nota de que la Decisión de la Unión considera de lo más adecuada la “modernización y renovación de las líneas regionales infrautilizadas para lograr un bajo impacto ecológico y favorecer la cohesión social y económica”. Creo que es importante subrayar, para que lo tengan claro los autores del proyecto “XCuenca”, (por favor, digamos su nombre en castellano e intentemos pronunciar: “ecsCuenca“), que Europa declaró el año 2021 como Año Europeo del Ferrocarril a fin de promover el transporte ferroviario “en consonancia con los objetivos del Pacto Verde Europeo”. Es decir, lo que para nada contemplaban el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea es que los Estados se dediquen a la destrucción del ferrocarril, para hacer vías verdes (y mucho menos para promover la especulación inmobiliaria), como pretende el gobierno de García-Page, con su lamentable proyecto de destrucción ecológico-ferroviaria.
¿Por qué hay que confiar en unos gobiernos que no desean invertir en el ferrocarril regional los fondos de recuperación de la Unión Europea?
A la vista de todo lo cual, y considerando que el contenido de la Decisión del Año Europeo del ferrocarril es transformar la economía de la Unión, incluida la de Cuenca, las preguntas que inevitablemente surgen son: ¿por qué hay que confiar en unos gobiernos que no desean invertir en el ferrocarril regional los fondos de recuperación de la Unión Europea? ¿a qué obedece la pretensión del Ministerio de Transportes y del gobierno de Castilla-La Mancha de destruir la línea de ferrocarril, Madrid-Cuenca-Valencia, que pasa por los pueblos? ¿sería posible que el gobierno regional pretenda con su trágala, el atraso de Cuenca, para que Castilla-La Mancha siga recibiendo muchos más fondos europeos, gracias a la pobreza inducida en la provincia? Y, por último, ¿no sería de lo más aconsejable que el Ministerio de Transportes y el gobierno de García-Page, en vez de promover la destrucción y la especulación, se dedicaran a aumentar la cuota de ferrocarril, a promover el tren como transporte sostenible, y a realizar inversiones también en el ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia, en este Año Europeo del Ferrocarril?
El gobierno de Castilla-La Mancha debería saber que “Cuenca no quiere que todo se quede como está” (consejero de Fomento), sino que defiende las soluciones y medidas propuestas por la Unión Europea. Frente a la marginación programada por los políticos, contamos con la lucidez y energía de las ciudades y pueblos de Cuenca. Afortunadamente, existe en la provincia una ciudadanía que no se deja engañar. Las gentes de Cuenca están dispuestas a movilizarse, con coraje democrático y rebeldía cívica, contra los abusos de los poderes públicos y a reclamar, con dignidad, sus derechos fundamentales, en este Año Europeo del Ferrocarril.
Fernando Casas Mínguez es profesor de Ciencia Política
Gran artículo. Enhorabuena.
Muy bien dicho.