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Pensar el futuro de la Humanidad desde Cuenca

Durante cuatro intensas jornadas y más de treinta horas de exposiciones y tertulias, han demostrado el papel central que debe tener el pensamiento en una sociedad cada vez más compleja y enfrentada a los retos contemporáneos en los que se halla en juego la propia supervivencia de la especie humana.

La Cátedra Hercritia y la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UCLM, con el apoyo de los departamentos de filosofía de la propia Universidad regional y de la UNED, han sido los promotores de esta iniciativa capaz de reunir en formato mixto, presencial y online, más de cuarenta ponentes que han tratado de aportar desde la reflexión serena algo de luz a una realidad a una sociedad en la que los jóvenes menores de treinta años mueren más por sus propias manos que por enfermedades o accidentes.

Inauguró las jornadas con una conferencia desde su residencia italiana el filósofo Gianni Vattimo, sin ninguna duda, el pensador vivo más importante del planeta, poniendo sobre la mesa que “la verdad no es absoluta, es histórica y tiene que ver con la presencia del otro y de lo otro que nos interroga, nos apela y nos interpela en términos de caridad, de cuidado, de escuchar al otro que lo necesita y que necesita el reconocimiento de que se le escuche desde su propia diferencia, pensando además en su futuro, en el futuro del otro”.

Si el congreso comenzó con una apelación de Vattimo a no entender la alteridad del otro como negativa, las jornadas finalizaron con la intervención de Teresa Oñate, catedrática de filosofía de la UNED y alma mater del congreso, apelando a debilitar la violencia en todos los contextos, constituyendo una fraternidad de las diferencias que converja en la dignidad.

Entre Vattimo y Oñate, cuarenta ponencias más versaron desde “la prudente servidumbre de los posmodernos”, expuesta por Aurelio Sanz en su ponencia sobre Multitudes modernas/multitudes postmodernas, a la “preocupación por los derechos y deberes como ciudadanos del mundo”, planteada por Francisco Javier Espinosa, codirector del congreso, en su ponencia “Paz, cosmopolitismo y preocupación por los pobres del mundo en la Ilustración”.

Unas jornadas que han tenido un marcado carácter internacional, no sólo por la presencia de Gianni Vattimo en la jornada inaugural, sino porque durante estos días han visitado Cuenca para compartir su pensamiento Alejandra Toro (EAFIT, Colombia), quien disertó sobre la marginalidad de la poesía femenina; Fernando Gilabert y Juan José Garrido (Archivo Heidegger, US) para tratar el interesante tema de cómo el fracaso del proyecto ilustrado llevó a la sinrazón, el primero, y sobre la herencia que somos, en el caso del segundo; el brasileño Rogerio Schück (UNIVATES), que a través del pensamiento Hans-Georg Gadamer reflexionó sobre cómo la técnica supone una modificación de nuestro modo de ser humanos; Irene Borges (Évora-Portugal) que reflexionó sobre la situación hermeneútica o la intervención de la profesora de la UNAM Rebeca Maldonado para hablar del cuidado y compromiso con el ambiente como claves del habitar.

Este congreso ha situado a la ciudad de Cuenca como espacio de referencia en la filosofía actual, en un tiempo en el que es cada vez más necesario el pensamiento sereno, reflexivo y fundamentado para ser capaces de encontrar no sólo quiénes somos y de dónde venimos, sino fundamentalmente hacia dónde vamos, algo que en los tiempos actuales adquiere una dimensión transcendental y en los que el pensamiento de Gadamer, Vattimo o el propio Heidegger deberían servir de brújula.

La sesión final en la que participaron los tres directores del congreso, Francisco Javier Espinosa, Teresa Oñate y Nacho Escutia, así como quienes lo han coordinado, Irene Ortiz y Francisco Romero, sirvió para poner en valor la necesidad de crear espacios de reflexión como este congreso donde se pueda conversar sobre biopolítica, transmodernidad, postnarrativa o capitalismo tardío lejos de la superficialidad del debate partidista. Cuenca debería ser un buen lugar para ello.

Texto: Mercedes López y José An. Montero

Fotografía: María Ramos