Hace pocos días mostraba mi opinión en diversos medios sobre las posibilidades de un tren turístico que aporte sostenibilidad a la línea que recorre la provincia de Cuenca y que la une con Madrid y Valencia. Es una forma de replicar buenas prácticas ferroviarias y de desarrollo turístico de zonas rurales que se realizan en Europa en torno a conjuntos históricos monumentales protegidos por la UNESCO. Lo bueno siempre hay que copiarlo, no destrozarlo, como pretende el proyecto XCuenca. Aún no sabemos el coste que supondrá eliminar ese trazado histórico que se han obstinado en crucificar.
Después de la vivencia de ayer participando en el viaje de un tren ochentero, movido por la locomotora 333-107, que tantos gratos recuerdos me trajo de mi época de estudiante, estoy aún más convencida de varios puntos.
1- Este tren es un servicio esencial público de movilidad y ejerce además una gran misión social y de apoyo a las personas que aún habitan en las zonas despobladas de la provincia de Cuenca. Si este tren genera pérdidas, que sea compensado a nivel nacional por aquellos otros en los que se generan ganancias. O, ¿donde queda el principio de solidaridad nacional que marca nuestra Constitución? Es inaudito que los propios gobernantes del territorio estén a favor de eliminar una infraestructura histórica en lugar de potenciarla.
2 – El tren convencional es una gran herramienta para dinamizar el comercio de cercanía de los productos agroalimentarios fabricados en los pueblos que recorre la Vía, entre los turistas y propios visitantes de los pueblos que atraviesa. Yo misma realicé ayer el experimento de comprar unas bandejas del dulce típico, de Tarancón, los borrachos, para compartirlo con personas que viajaban en el tren y que estaban en la estación de Huete. Se agotaron y además la gente me preguntaba donde podría comprarlos, porque son deliciosos. El comercio de cercanía, el turismo y el tren es un hermanamiento perfecto para generar oportunidades de emprendimiento, agroalimentarias y comerciales que permiten asentar personas en nuestros pueblos y frenar la sangría demográfica. Pero los gobernantes del territorio no están por la labor. No creen. Prefieren crucificarlo.
3) El ferrocarril da identidad al territorio. Tanta identidad y expectación levantó, que los fotógrafos de la provincia se subieran a las diferentes lomas del trazado que atraviesa esta Tierra de Girasol para fotografiarlo.
4) Dentro del tren, personas comprometidas con la provincia de Cuenca, empresarios, políticos que promueven mil maneras posibles de evitar su desaparición, ferroviarios, nostálgicos del tren, turistas y jóvenes venidos de otros puntos de España disfrutábamos del trayecto buscando soluciones.
5) Mientras hay vida, hay esperanza. Confiamos en la Red de Pueblos por el tren, en los alcaldes y políticos de buen hacer para frenar este delito contra el Patrimonio, la identidad cultural y el desarrollo medioambiental, turístico, comercial y social de la provincia de Cuenca.
Ayer fue un día de satisfacción compartida defendiendo un territorio que merece un mejor futuro.