Con fecha de 6 de abril de este año de 2022, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) ha solicitado al Ministerio de Transportes “…la clausura del tramo entre Tarancón y Utiel de la línea ferroviaria Aranjuez-Valencia”.
Duele la palabra clausura, y duele por Cuenca. Porque con esta decisión se cierra y condena a esta provincia, tantas veces olvidada de la historia.
El gobierno de la nación justifica el cierre de la línea porque “carece de rentabilidad económica y social”. Esto también duele y explica el luto. Carece Cuenca de rentabilidad económica, somos los conquenses inútiles en aportación al Producto Interior Bruto nacional; también somos socialmente irrelevantes, o inútiles o carentes de derecho a un futuro en esta tierra.
El acuerdo que el Ministerio está a punto de tomar no es otro quela exclusión del tramo conquense, textualmente: “de la Red Ferroviaria de Interés General”. Se dicta con ello la sentencia que segrega y discrimina a toda una provincia y sus gentes. No es ya Cuenca de interés general. Dan a Cuenca por perdida.
Se clausura, cierra, excluye, suprime, el tramo entre Tarancón y Utiel, mientras permanece en uso y disfrute el resto de la línea, que sí es, a los ojos del gobierno, rentable económica y socialmente. Duele también este acto de segregación-amputación, únicamente se clausura el tramo conquense. Y es al parecer rentable que los vecinos y vecinas de Santa Cruz de la Zarza (provincia de Toledo), cojan el tren con destino a Madrid, en modo alguno que lo hagan con destino a Valencia pasando por Cuenca, un territorio el conquense prohibido a partir de ahora.
Esta decisión es de una gravedad que se explica por sí misma, pues consiste en privar a un territorio y a sus gentes de los medios para proveer su prosperidad y bienestar. Pero lo es aún más, y de ahí el luto, por lo que significa y refleja de la actitud de nuestros gobernantes para con Cuenca. Con el tren cierran Cuenca, con el cierre del tren se muestra la realidad y verdadero alcance de las políticas de lucha contra la despoblación.
Es claro que Cuenca no progresa económicamente, y la solución a tal injusticia y ausencia de oportunidades no es otra que privar a Cuenca de los medios para revertir la decadencia y el declive. A la ruina es a lo que se nos condena, a la ausencia de futuro, y por eso el luto.
No se cierra el tren por la ruina de Cuenca, es el cierre del tren lo que la provoca y cronifica.
El artículo 11.2 de la Ley 38/2015, del Sector Ferroviario (LSF), establece la posibilidad legal de que las Comunidades autónomas se hagan cargo de los tramos ferroviarios considerados ya sin interés por el Estado.
Es ahora la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha la que se tiene que pronunciar
Por tanto, es ahora la Comunidad Autónoma de Castilla- La Mancha la que se tiene que pronunciar y decir si también considera la línea por Cuenca, y a la provincia con ella, inútil social y económicamente. Y si tal hecho se produce, el dolor va a ser mayor y el luto más justificado.
También han sido informados por el Ministerio los Ayuntamientos de las localidades afectadas por la clausura que se propone. Queda en su mano impugnar tal decisión ante los tribunales, y que sea en sede judicial donde se determine la “rentabilidad económica y social” de Cuenca que el gobierno da por perdida.
Pase lo que pase, no debemos olvidar que las decisiones de clausura de líneas son plenamente reversibles mientras las vías permanezcan. Con ello quedan interpelados, tanto los actuales gobiernos regional y nacional, como los futuros.
Pasaremos el luto si así ha de ser y está escrito. Será después que los conquenses decidamos si toca defender la dignidad agredida, pues ya solo de esto hablamos, o si también los conquenses dejaremos a Cuenca sola en el olvido.