En el último día de la Feria del Libro de Cuenca, a modo de conclusión, echamos vistazo a algunos de los momentos destacados de la semana para reflexionar sobre ellos.
La palabra contra las nubes
En un lunes encapotado, justo en el mismo momento en el que Juan Eslava Galán comenzaba su pregón de la Feria del Libro de Cuenca, unas gotas de agua protagonizaban una escaramuza en la Plaza de España. Los técnicos de sonido se apresuraron a proteger los equipos mientras el escritor, impávido como el protagonista de aquel vídeo viral que en pleno estallido del volcán de La Palma calmaba a su asustada familia diciéndole que tenían tiempo para comer, declamaba su discurso. Desafío literario a las nubes, que retrocedieron ante el intimidador pregonero. Al final ha habido en la Feria del Libro una convivencia pacífica entre las nubes y los libreros y, a medida que avanzaron los días, la lluvia dejó de ser una amenaza. Que sí, que al calor también se le pueden se le pueden poner pegas, pero hay un clima adecuado para cada escena: a un paseo por París le viene bien un aguacero, a una Feria del Libro una tarde soleada.
Una feria local
Hay gente que critica que se publican más libros de los que deberían salir al mercado. Este deseo de exclusión no se produce con otros productos culturales. Tan descabellado es pedir a un cantante que no componga más, porque ya hay canciones suficientes, como pedirle a un aspirante a autor que renuncie a publicar un libro. En primer lugar, pedirle a un escritor que no escriba es pedirle que no respire. Y en segundo lugar, toda persona tiene derecho a luchar por su sueño, aunque tenga que pelear contra un mercado oligopolizado y una crítica elitista. Don Qujiote contra los molinos, a ver si solo nos acordamos de Cervantes cuando nos interesa. Por eso hay que celebrar que en esta Feria del Libro de Cuenca hayamos visto cada día a los autores de Cuenca ganándose cada venta en diferentes actos, desde el Foro de Creación Literaria Soco Cordente a las firmas en en el stand institucional y en las casetas de las librerías, siempre dispuestas a dar una oportunidad a los autores de esta tierra.
Escritoras como Ana Belén Rodríguez Patiño, Ana Isabel Fernández, Julia de la Fuente y Sofía Parra, todas con un amplio club de seguidores, son un ejemplo de cómo la apuesta por el talento local puede dar frutos deliciosos. Hay que mencionar también que esta es una de las pocas ferias de España que cuenta con un stand para autopublicados, gestionado por la Asociación Literaria Calambur. Por allí han pasado escritores de Cuenca y otros lugares de España que han venido en busca de un lector que se enamore de su obra. Porque al final, como ocurre con casi todo, la vida del autor se resume en una búsqueda del amor, que es una fuente de energía para el mundo.
Arte y libros en la Fundación Antonio Pérez
La Feria del Libro de Cuenca se mueve por distintos escenarios de la provincia y de vez en cuando hace paradas en enclaves extraordinarios. Uno de los mejores de esta edición ha sido la Fundación Antonio Pérez, donde el periodista de Televisión Española Carlos del Amor, tras visitar el museo, se encontró con los clubes de lectura en una sala engalanada con la exposición ‘Caminos de Luz’, del conquense Pedro María Asensio. Al igual que ocurre en ‘Emocionarte’, el libro en el que Del Amor desgrana lo que le cuentan a él algunos cuadros, la sala del museo también cuchicheaba cosas al oído de los asistentes, aunque algunos ni siquiera fueran conscientes. Fueron 45 enriquecedores minutos de charla sobre libros y pintura, que fue desde las pinturas negra de Goya a Chema Madoz, aderezada por las divertidas anécdotas del presentador, Jorge Monedero, sobre el anfitrión del evento, Antonio Pérez, uno de los que siempre ha comprendido uno de los mensajes que comparte el televisivo autor: el arte nos cuenta cosas. Es más, como predica el coleccionista, encontrador de objetos, las cosas nos cuentan cosas. De Carlos del Amor a Pedro María Asensio, pasando por el empedrado de la Ronda de Julián Romero, todo es lenguaje. Lo que tenemos que trabajar, por tanto, es la escucha.
El esfuerzo de los autores
No sabemos si Eloy Moreno firmó en la Feria del Libro de Cuenca con un bolígrafo de gel verde, pero podemos sospechar que se quedó sin tinta después de más de una hora dedicando novelas en el stand institucional. Su legión de seguidores casi rodeaba a las casetas de la feria y el autor, con suma amabilidad, tampoco tuvo problemas en fotografiarse con todos los fans que se lo pidieron. Este autor es otro ejemplo de que el éxito a veces llega para quien lo trabaja. María Oruña y los Carmen Mola también triunfaron en sus citas en Cuenca Lee. Al tener actos tanto en la provincia como en la capital, se trata de una feria muy exigente para los autores, que tienen que mantener la sonrisa desde primera hora de la mañana hasta que cierran la tapa del último libro que han firmado. Sin embargo, es gratificante poner cara a ese lector para el que escribiste una novela concebida en la soledad del despacho. Es cierto que un autor, como cualquier persona, puede tener uno de esos días en los lo último que le apetece es encontrarse con nadie. Mérito doble para ellos si ese día no han escatimado una rúbrica a sus lectores, que son su gente.
La lectura en niños y adultos
Una niña suelta la mano de su padre y corretea hacia la caseta de El Toro Ibérico. Desde la distancia había elegido ya el libro de cuentos que se iba a comprar. Constantemente se repite el mantra pesimista de que la gente ha dejado de leer, pero no hay criatura que se vaya si dos o tres libros de la feria. Lo dijo Eslava Galán en su pregón: incluso los padres que han abandonado la lectura quieren que sus críos lean, porque saben que es necesario. Las actividades infantiles que se programan son un buen gancho para que los pequeños acudan al evento, pero en realidad es un cliente que tiene muy claras las cosas. Los pequeños leen porque a esa edad todavía son conscientes de la importancia de las buenas historias. La labor de los padres es que siempre tengan un libro en la mesita de noche, el resto del trabajo lo hacen ellos. También leen las adolescentes, escrito con artículo femenino para subrayar que son ellas las que más se acercan a esa edad por las casetas de la feria. ¿En qué momento se gripa el motor de la lectura? Seguramente es en el día en el que de tus labios sale por primera vez la frase “llego demasiado cansado a casa como para leer”. Hay gente que hace crossfit y luego califica la lectura como actividad fatigosa. Peor es todavía cuando alguien dice que prefiere poner la tele a leer un libro porque “no tiene ganas de pensar”. No tener ganas de pensar tiene que ser necesariamente síntoma de algo malo. La animación a la lectura debe trabajar con los pequeños, pero también combatir la fatiga y ese deseo de vaciar la cabeza. Y si una de las razones por las que no se lee es porque se trabaja demasiado, igual las medidas no deben proceder de ámbito cultural, sino del laboral.