Cultura

La fuerza de la danza, la lírica y la tradición de Belinchón

Enagua blanca de almidón, pololo, media calada, blusa blanca con corbata, mandil rematado con pasamanería, zapatilla blanca, lazo vistoso a la cintura que cae en la parte trasera, rosetón de cintas en la espalda que tiene como broche una medalla, cintas y lazos cruzados y en diferentes posiciones en hombro, manga y puño. Castañuela en la mano, gorro cilíndrico blanco decorado con cordones y adornado con medallas, broches y cruces que finaliza con un acabado de rosetones de papel. Todo ello multicolor. La indumentaria que pudimos contemplar es pura artesanía como lo es el baile que danzan tradicionalmente desde 1.777 y que en este año pospandemia lo hicieron acompañadas del Porra o director, la Castañuelona o alcaldesa y del sonido de tambor y dulzaina.

Allí estaban ellas, poderosas y exultantes, las ocho mujeres danzantes, el Porra o Botarga y la Castañuelona o Alcaldesa, bailando la Danza de Belinchón, la danza de la vida, de la mucha vida que tiene este pueblo de Cuenca que se encuentra cercano a la Comunidad de Madrid. La gracia y la gratitud se desprendía en el danzar hacia todos los rincones. Para mí fue un deleite poder participar como una visitante más de la Solemnidad de la Celebración de la Ascensión tan significativa para todos los belinchoneros. En la iglesia estuve con Eva Cañizares y presencié como transmitía a su hija el conocimiento y el sentimiento de la celebración. Encontré mi espacio junto a las participantes del Coro que cedieron su misión dominical sobre otra belinchonera con una voz prodigiosa, la soprano de lírica Estibaliz Martyn. Ella fue la representación de todas las mujeres del pueblo que generación tras generación han mantenido viva la tradición de cantar los domingos en misa.

Lo hizo a la grande y puso voz a todos aquellos que la han perdido en este tiempo complejo que nos ha tocado vivir. ¡Qué importante es la voz! Esa que tiene el tono apropiado para cautivarnos, que muestra serenidad o énfasis y el ritmo acorde al momento. La voz sincera y leal, uno de los mayores indicadores de liderazgo que hace brotar la palabra de nuestro interior, la coherencia, la fuerza y el valor que damos a las personas que nos rodean, nuestro sentimiento, planes y la visión que queremos para nuestro entorno. A todos nos gusta escuchar y seguir a personas de las que emana una voz que brota de la verdad. Y Estibaliz lo logró, en las composiciones que interpretó, en el emotivo caminar por la galería central de la Iglesia hasta el Santísimo Cristo Arrodillado en el que nos llevó en volandas y en el mensaje de Amor que nos transmitió. Talento y liderazgo en forma de danza, lírica y sentimiento que aún estoy concelebrando y que muestra el camino a seguir para dar ponernos en valor como territorio.Cuando se da valor a lo que se tiene, esto perdura y crece. Cuando nos coordinamos y valoramos en equipo, ampliamos en respeto, en número y participación y nos desarrollamos alcanzando como resultado el enriquecimiento cultural y socioeconómico de todo un pueblo. En Belinchón, en la provincia de Cuenca saben muy bien cómo hacerlo, lo llevan transmitiendo de generación en generación, de progenitores a descendientes, hasta que esta celebración fue declarada Bien de Interés Cultural por otra mujer, María Dolores de Cospedal, el día 14 de marzo de 2016. Lo merecen. Las familias del pueblo tienen la clave para seguir creciendo culturalmente y con todas las oportunidades agroalimentarias, turísticas, artesanas, de Patrimonio y de nuevas economías, en un punto privilegiado y estratégico de la geografía nacional. Gracias por vuestra acogida y cercanía, volveré para seguir aprendiendo a vuestro lado porque los pueblos que son capaces de trascender sus tradiciones son capaces de cambiar su futuro.