San Julián

Dulce y liberadora cabalgata de San Julián

El alcalde de Cuenca, Darío Dolz, subrayaba este jueves en el acto del pregón la importancia de volver a disfrutar de un San Julián en las que nos podemos ver las caras. La frase se entiende mejor al ver a los pequeños en el desfile de carrozas, esos niños y niñas que son los que más horas de mascarilla han aguantado en la pandemia y que al fin, tres años después de la última vez, han podido exhibir sus sonrisas liberadas en la cabalgata de las fiestas patronales conquenses.

Los chavales de los barrios tenían ganas de calle y también la gente de disfrutar de este reencuentro con la normalidad. El publicó abarrotó las aceras a lo largo de todo el recorrido de un desfile encabezado, un año más, por la incombustible batucada Sambas Colgadas, encargada de marcar el ritmo a la comitiva en la que convivían damas de alta alcurnia, pequeños coches de choque, animales de la selva, zancudos, gigantes, dragones, malabaristas, cabezudos…

Gran participación de las asociaciones vecinales conquenses, alma de esta cabalgata en la que llovieron caramelos como hacía mucho tiempo y en el que las pocas máscaras que se veían no eran sanitarias. En el apartado musical, participaron en el desfile los dulzaineros de Pipirigay y los Tiruraina, representantes de la música tradicional que se hacía fuerte frente a los ritmos pop y electrónicos de las carrozas.

La banda de música de Cuenca cerraba la comitiva, tras la que se empleaban a fondo los servicios de limpieza, para tratar que las calles quedaran impolutas, como si no hubiera llovido dulces y confeti sobre las aceras unos minutos antes.

Carretería fue el punto más concurrido del recorrido del desfile de carrozas, que llegó hasta el recinto ferial donde el alcalde de Cuenca se encargó de cortar la cinta. Otro gesto de liberación que deja este San Julián que empieza con alegría en las calles.

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