” Lo que más nos sostiene y consiente, el bosque. Quiero y deseo salvar a lo que nos salva, el bosque “( Joaquín Araújo).
” Árbol, cúmulo de riqueza. En ti se asiste al agigantamiento del tiempo y del espacio “. (Miguel Hernández).
” Poeta es árbol “.(Federico García Lorca).
” Una sociedad no es mejor que sus bosques”.N.H.Andreu.
El que suscribe, ante lo que está pasando, quiere rescatar la memoria del bosque, sabiendo que los árboles resisten al olvido, cobijan la memoria, el arraigo. En nuestra época hay que hablar de que hay personas no humanas( animales) con conciencia, y humanos que parecen no tenerla. El bosque es el lugar de resonancia de la aceleración actual. Cuando paseo por el bosque o por las orillas del río Júcar rescato la lentitud en su conjunto, en el trinar de los pájaros, en el movimiento de las hojas al viento, el discurrir del agua del río, entre las rocas, los árboles y el sotobosque. Cuando contemplas en soledad la Naturaleza todo tiene sentido. Incluso lo imaginado adquiere significado. Las copas de los árboles parecen una multitudinaria manifestación reivindicando RESPETO Y ADMIRACIÓN de lo que ofrecen y nosotros recibimos. Es como sentirse emboscado. Este olor de la fertilidad, una marejada de estímulos. La tibieza del aire construye un especial bienestar para todos.
Un manto de hojas, en otoño, de varios colores tapiza el suelo.
Cuando puedes vivir al margen de los relojes llegas a comprender cómo la Naturaleza y, sobre todo, el bosque puede burlar e incluso vencer al poderoso tiempo y sus guadañas ( el tiempo es corto para los que disfrutan, infinito para los que florecen, largo para los que sufren). Y aunque creo la pavorosa lógica de la línea del tiempo sea cierta para todo lo demás, LOS BOSQUES han inventado el rejuvenecimiento. Un suelo bien alimentado todos los otoños por los follajes desplomados es cada año más potente, lozano, vigoroso y consigue árboles más frescos, fertilizados naturalmente.
Hay que recordar el ciclo natural de la Natura: comenzar con lo que termina, terminar comenzando.
Hemos, amigos lectores, de tener mucho respeto a los bosques, hacia lo que hace posible lo mejor de la vida.
Consumismo y acumulación son los grandes enemigos de la totalidad de la vida y por tanto , de todos nosotros. El bosque con su generosidad nos ha mantenido a lo largo de muchísimas generaciones y ahora está dispuesto, dado el desastre climático a salvarnos. Y lo hará sin pedir nada cambio, si acaso tan sólo que le dejemos seguir ejerciendo su profunda vocación de participar en la prolongación de la vida.
El alejamiento perpetrado por esta civilización contra la Naturaleza ha cegado tanto y a tantos que hace arder el aire y los árboles. Pensemos que en verano de 2019 ardieron en Siberia el equivalente a la superficie de la Península Ibérica convirtiéndose la vida en cenizas. No hace falta mucho ingenio para advertir que la avanzada demolición de la Biosfera tiene como primer responsable a la ignorancia de lo que ha hecho la Naturaleza y hace por nosotros.
Si es desmesurado lo que los árboles dieron y dan, tanto para el conjunto de la vida como a nosotros, TODAVÍA SON MAS CRUCIALES en el inmediato futuro. O sea, LOS NECESITAMOS MÁS QUE NUNCA. Recordemos que SON LA MEJOR MEDICINA para combatir está calentura o fiebre de la
atmósfera que llamamos Cambio Climático.
Y como los árboles son, al mismo tiempo, las principales víctimas del calentamiento global merecen todavía más comprensión y apoyo por nuestra parte. Es decir, los bosques, imaginemos que son como un hospital. Por ello, resulta dramáticamente contradictorio como el hecho de que tan necesario tratamiento sea atacado ferozmente por el modelo económico imperante, es decir, por el famoso estilo de vida de los a sí mismos arrancados de los bosques.
Arde la transparencia y los árboles son los surtidores de la misma. Arden el mar y el aire, arde la vida presente y todavía más el futuro. Y todo lo quema el que las mayorías consideran que deben vivir cada vez más cómodamente. Un poeta decía que” la comodidad es un crimen, une ecocidio” que implica la desaparición de múltiples formas vivas. Si bien por fortuna tenemos remedio. Una medicina que tenemos que curar como primer paso. Porque la evidencia más lamentable de las muchas que convierten a los árboles en protectores y sanadores es que hoy por hoy son una medicina en no poca medida enferma.
Todo el sistema sanitario del planeta, nuestros bosques, requieren urgentes cuidados…..¡ “Lo que nos debe ayudar a curarnos también está hospitalizado ” !.
De ninguna otra manera cabe calificar los efectos del calentamiento global, del avance de los desiertos, del urbanismo salvaje.
Crear conciencia es considerado antipático e incómodo por los interpelados pero los emboscados no tenemos más remedio que advertir. Sin llegar al extremo de que las mayorías se sientan directamente culpables de lo más grave que pasa, al menos que no se consideren por completo inocentes de haber provocado el cambio climático.
Cuando cae, arde, o enferma un árbol algo nos golpea, quema o duele también a nosotros por mucho que no queramos reconocerlo.
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