Cultura

Los coleccionistas de paradores

Rafael Jiménez y su pareja Carmen completaron hace unas semanas el placentero reto personal que se habían marcado: pernoctar en todos los paradores de España; un juego que comenzaron hace ya varios años y que culminó en Cuenca capital, en plenas fiestas de San Mateo.

Rafael Jiménez se ha recorrido la piel de toro de punto a punta. Se fue a Bilbao a trabajar desde Cuenca a los 17 años, después fue alcalde de Mota del Cuervo y en la actualidad reside a caballo de Santander y Benidorm. Dedicó una parte de su vida profesional al sector turístico, lo que alimentó sus ganas de viajar y le permitió tejer una buena red de contactos en este ámbito, entre ellos personas ligadas al Grupo Paradores cuando trabajaba en Madrid.

“Siempre me han llamado la atención los paradores, toda la vida me han gustado y cuando viajaba por España, por trabajo, siempre que podía comía o mantenía alguna reunión en alguno; como red de hoteles, me parece de las mejores del mundo.”, explica Jiménez. Ya jubilado, hace unos años empezaron a hacer rutas organizadas por Paradores para personas de 55 años. Así comenzó este reto personal de pernoctar en los más de 90 hoteles del grupo de España.

Poco a poco han ido cumpliendo su objetivo, con la ayuda de los puntos que el Grupo Paradores concede a sus clientes habituales, hasta llegar a su última parada, que ha sido en Cuenca. A mi mujer no le hacía mucha gracia pagar teniendo casa ya aquí”, confiesa Rafael, aunque al final la experiencia valió mucho la pena, ya que el hotel se encargó de facilitarles una magnífica suite para que pudieran poner el mejor broche a su proyecto. “El chico de recepción no estaba al corriente de nuestra historia, así que dejamos nuestra bolsa de viaje en la habitación y nos fuimos a saludar al jefe de cocina y en esas estábamos cuando nos llamaron de recepción para decirnos que nos cambiaban a la suite”.

Mucha gente les pregunta cuál ha sido el mejor parador que han visitado y Jiménez siempre responde que “esto es como los hijos, ¿a cuál quieres más?”. De todos ellos se llevan una anécdota o un momento personal y hoy recuerdan con cariño hasta las goteras que se encontraron en su estancia en Zamora.

Comenta el viajero conquense que “yo siempre he pensado que los paradores eran deficitarios, porque apenas se ven clientes, hasta que un día me explicaron cliente de Paradores normalmente, va a pernoctar, pero por el día van a hacer turismo”. Ese es el comportamiento que han adoptado en cada uno de sus viajes a estos establecimientos.

En Cuenca, en cambio, sí que comieron en el Parador del Convento San Pablo y Jiménez rememora con satisfacción el menú que les preparó Miguel Ángel Martínez, “uno de las mejores que hemos comido en un Parador”, compuesto por un paté de perdiz, una selección de quesos de Villarejo de Fuentes y Villaescusa de Haro, croquetas de jamón, empanadillas de morcilla, un arroz meloso con boletus, pescado y una mouse de chocolate.

En la capital conquense, para meterse en el papel, se comportaron como turistas en unos días en los que la ciudad estaba inmersa en las fiestas de San Mateo. Se hicieron fotos en la Plaza Mayor y tomaron algo con amigos de peñas como la Fuente de los Canónigos.

De otros viajes, Jiménez rememora momentos como su ruta hasta el Parador de Bielsa, en el Pirineo catalán, que les permitió conocer el Valle de Arán y el milenario castillo de Cardona, donde hay una habitación, la 712, “que es famosa en todo el mundo porque dicen que tiene fantasmas” y una iglesia en la que tuvieron el privilegio de asistir a la grabación de un disco del compositor Jordi Savall, que les permitió permanecer allí un rato mientras trabajaban.

Otro de los lugares que destaca es el parador de Aiguablava, en la Costa Brava, uno de los más modernos de la red, por su decoración con cuadros de Picasso y Tàpies.

En muchos de estos lugares se han topado también con famosos que viajan de incógnito, pero el coleccionista de paradores se guarda los nombres para otro momento.

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