La Fiesta de Moros y Cristianos de Valera de Abajo bien merece ser de Interés Turístico Regional por todo lo que gira en torno a ella: cinco siglos de religiosidad, historia y cultura popular y una puesta en valor del talento interpretativo de los jóvenes del pueblo que participan en la Procesión de Dichos y que infunde un carisma especial a toda persona que se acerca a ella, permitiendo vivir una recreación artística de teatro en la calle, en formato de batalla dialéctica entre el General de Dichos Cristiano y el Mahometano que interpretan su papel a lomos de caballo y acompañados de sus tropas. Junto al sonar de la pólvora lanzada por trabucos que festejan el paso del Santo Niño para que permanezcamos atentos a su mensaje, se palpa el poder y la fuerza de la palabra, dando si cabe más sentido a la lectura evangélica de San Juan: “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios”. Valera de Abajo y esta fiesta que se vive con absoluto respeto a la Fe y a la Tradición en su Día Grande son la traca perfecta para comenzar el año y transitar hacia el tiempo ordinario, donde cada vez más pueblos trabajan una estrategia de fortaleza, oportunidad, arraigo y diferenciación.
Con Moros y Cristianos, el pueblo de Valera de Abajo ha encontrado su propuesta de valor a través de la Tradición, las Artes y el Patrimonio. No es de extrañar, que el gentilicio de sus habitantes sea valeroso y valerosa porque la valentía de todos, desde el alcalde, Daniel Pérez Osma, hasta los miembros de Cofradía de Moros y Cristianos ‘Dulce Nombre de Jesús’ y por supuesto de las mujeres del pueblo que son imprescindibles, saltan a la vista en el desarrollo de un festejo de este calibre, que requiere de muchas personas y de años de trabajo y crecimiento hasta conseguir dar el salto definitivo hacia el reconocimiento solicitado y bien merecido.
Pero si hay algo que salta a la vista, además de la valentía, es la generosidad de ellas, las mujeres que cumplen año tras año, como grandes artilleras de la artesanía, la gastronomía y el trabajo entre bambalinas de un pueblo que engrana su motor para que las familias se unan y disfruten y para que los visitantes se sientan como en casa. Generosidad de mujeres, artesanas de la cocina tradicional, artesanas de capas bordadas en negro, grana y oro y de un colorido que se transmite de generación en generación y que se hereda de padres a hijos, generosidad de hombres que acogen con alegría y si es preciso ceden capa, sombrero, trabuco y hasta tenedor a quien se acerca a su festejo, como un signo de buena educación. Muy respetuosos con el reconocimiento de la importante labor de la mujer como necesaria e imprescindible en una historia de cinco siglos, como figura indispensable y motor de las familias y del propio festejo, generosidad en el Reo del Cura, que une en Hermandad al pueblo, con sartenadas abundantes ya sean de pisto manchego de sabor inolvidable, o de caldereta de cordero castellana, propia de la exquisitez de la provincia de Cuenca. Está claro que las personas visitantes que se acercan a Valera el día del Santo Niño reciben el mensaje de un año de Esperanza, como el color de su manto, de un pueblo acogedor y unido, que perdona los errores que el ser humano comete a lo largo de la vida y con los que casi siempre, arrastra a toda una tropa y que da prioridad a la Tradición vivida en familia y pueblo transmitiendo el mensaje de generación en generación y generando arraigo.
Moros y Cristianos de Valera de Abajo se vive en femenino y en Patrimonio”
Moros y Cristianos de Valera de Abajo se vive en femenino y en Patrimonio, y así lo recordó su sacerdote, con figuras tan importantes de su historia como Ana de San Agustín, del Carmelo de Santa Teresa, fundadora e impulsora del Convento de San José y Santa Ana en 1.600 y con la puesta en valor de un grupo de mujeres que año tras año, entran y salen y representan a todas, a las que pude felicitar y con las que tuve el honor de danzar y festejar. En Valera de Abajo, el respeto a la Tradición es inmutable al paso del tiempo. Muy concelebrado fue el brindis del Reo del Alcalde, bien acompañado de personas que protegen y cuidan el territorio, aderezado con dulces bien elaborados y con un claustro que al salir, me impactó por el lleno de capas españolas con sombrero florido.
Por la noche y con un día tan intenso, soñé que desembarcaba en una tierra lejana de restos arqueológicos y de mujeres valerosas que cabalgaban a lomos de caballos zaínos de puro raza, con capa blanca y birretes negros bordados con la Cruz de Santiago y que defendían el honor de aquellas a las que un día y en alguna guerra estúpida les fue robado. Eran las Generalas de la Humanidad. Cuando he despertado he deseado larga vida al pueblo de Valera de Abajo y a todas las personas que participan y crecen con esta Tradición tan significativa. Me llevé el aprecio de sus gentes, el respeto, la acogida y el deseo de volver. Muy agradecida, he comenzado a contarlo.
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