El Miércoles de Ceniza de Fuentelespino de Haro fue de convivencia, se unió la celebración religiosa de la Santa Misa oficiada por D. Fernando Fernández Cano en la que se impuso la ceniza a los que asistieron a la Iglesia y el acto carnavalesco del Entierro de la Sardina, organizado por la Comisión de Festejos en colaboración con el Ayuntamiento. Ambos momentos estuvieron llenos de significado y así lo describía perfectamente esta mañana en una publicación su alcalde Benjamín Prieto: “Seguimos recuperando tradiciones. Ayer participaba en el entierro de la sardina. Los más pequeños disfrutaron con la novedad y las personas más mayores con revivir una divertida experiencia que les ha acompañado durante toda su vida. No faltó la merienda de hermandad en la plaza de mi pueblo. Quiero agradecer a la Residencia de Mayores San Antonio de Padua, su entusiasmo y esfuerzo por participar en estos momentos tan entrañables”.
Para acompañar en la actividad, las mujeres se organizaron sacando de los baúles abrigos, toquillas y mantillas de madres y abuelas. Toda una dote de artesanía textil sencilla y laboriosa, de recuerdos que forman parte de la memoria colectiva del pasado siglo en nuestros pueblos. También hubo diversidad de participación en género y edad e innovación en colorido, música, complementos y creatividad en el diseño de la sardina y en su pompa fúnebre. Porque si algo caracteriza a este pueblo es su capacidad de crear y actuar de forma libre y diversa. La parodia del entierro de la sardina, a todos los efectos fue fructífera y se multiplicó como los panes y los peces para dar de cenar a los vecinos que se concentraron en la Plaza Mayor. No faltaron el caldo y la zurra para entrar en calor y los exquisitos dulces tradicionales.
La ilusión de la Comisión de Festejos por seguir dando vida a la vida a través de la dinamización de eventos, el clima de convivencia y diversión que se vivió entre los asistentes y la realidad del proyecto motor de la Residencia de Mayores que influye directamente en vecinos y empresas del pueblo y que forma parte de un trabajo bien hecho de unir vida a vida. Todo ello invita a la participación. Los residentes del Centro de Mayores “San Antonio de Padua” son parte importante del pueblo y disfrutan cuando se les visita y este recurso asistencial forma parte a su vez del futuro y de una fase de ampliación del proyecto para dar más atención y servicio a todos aquellos vecinos que con el paso de los años algún día también lo van a necesitar. Un equilibrio entre dar y recibir por todas las partes y eso implica crecimiento: en economía, en vida, en servicios y en convivencia.
Al hilo de lo vivido, me viene a la mente la canción de “Un pueblo es…” de María Ostiz, uno de los himnos de la transición que retratan ese momento histórico para el pueblo español en el que existían deseos de construir convivencia, esperanza y vida para crear un futuro mejor entre todos. Del mismo modo, la canción recobra sentido para situarnos de un modo intemporal en el actual proceso de revitalización del medio rural y nos revela a través de alguna de sus estrofas que un pueblo es algo más que una maleta perdida en la estación del tiempo esperando sin dueño a que amanezca. Un pueblo es abrir una ventana en la mañana y respirar, la sonrisa del aire en cada esquina y también un trabajo de gestión eficaz de su Ayuntamiento y la participación activa y significativa de sus vecinos.
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