La Semana Santa de Cuenca tiene un pacto con el cielo para que en la procesión del Encuentro el sol bañe de luz la iglesia de San Andrés, escenario de la Resurrección que pone fin a la Pasión con unos puntos suspensivos.
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El de este año ha sido un Domingo especial para la hermandad del Resucitado, que ha celebrado los 50 años de su refundación. El orgullo por este medio centenar de velas se reflejaba en los rostros de los nazarenos de rostro descubierto de esta procesión del Encuentro.
La jovial salida de las imágenes de Cristo Resucitado, de Leonardo Martínez Bueno, y de la Virgen del Amparo, del taller de José Rabasa, estuvo acompañada por con dos nuevas marchas, ‘Fanfarria de Resurrección’ y ‘Toque clamando amparo’, ambas del compositor conquense Javier Caruda Ortiz.
Tras abandonar San Andrés, las imágenes emprendieron rutas diferentes, alejándose para echarse de menos lo suficiente como para que su próximo encuentro sea para siempre. La Virgen, todavía enlutada, se dirigió por la calle Solera para explorar el barrio del Salvador. Después la Madre embarcó en la calle de los Tintes, un tramo con poco público en el que, ante la ausencia de multitudes, el río aprovechó para susurrarle mensajes de esperanza al oído. La Bana Municipal de Cuenca entonó Concha y El Evangelista para el tránsito por la calle del Agua, último tramo en solitario para la Virgen.
Jesús Resucitado eligió salir por la calle del Peso hasta la Audiencia y bajar por la calle Palafox, orientado por los guiones de las hermandades de la Semana Santa de Cuenca, que extendieron sobre la calle del obispo una alfombra de colores. A continuación la comitiva giró hacia las Torres embocar hacia una Plaza de la Constitución abarrotada.
Pocos acontecimientos pueden equipararse al encuentro de una madre con el hijo que había perdido, así que la celebración tenía que estar a la altura. La madre se despoja del luto, vuelan las palomas y bailan de alegría los pasos para celebrar que, tras una Semana Santa de padecimiento y muerte, al final la partida la ha ganado la vida. Con una oración y un ramo de flores en el monumento al Nazareno, el Resucitado comparte este triunfo con toda la comunidad de la Semana Santa de Cuenca.
El calor, impertinente durante todos estos días, dio un pequeño susto y obligó a intervenir a los servicios de emergencia cuando el cortejo procesional, ya unido, emprendía el camino por Carretería y Aguirre en un ambiente de fiesta y regocijo. La infatigable banda de trompetas y Tambores llevó en volandas a la comitiva hasta la Puerta de Valencia. En la subida, a la altura de Solera, ante las dificultades para avanzar, los banceros tomaron nota de un consejo de Beckett: “baila primero, piensa después”, y se animaron a danzar en el sitio mientras se abría el camino.
Un pasillo de estandartes recibió a los pasos en su triunfal regreso a la Plaza de San Andrés. El Resucitado compartió su alborozo con el público antes de entrar en el Templo tras escuchar el himno nacional. La Virgen, tan dichosa como serena, se despidió al ritmo de la Marcha de Infantes. Los banceros se tomaron un retrato de familia para inmortalizar esta procesión del 50 aniversario que completa el álbum fotográfico de una Semana Santa inmaculada.
FOTOGRAFÍAS: JESÚS HUERTA Y ÁLVARO FERRERO
FOTO DE PORTADA: ÁLVARO FERRERO
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