A contadas horas de volver a repicar las puertas de San Andrés, en la plácida mañana de Domingo de Ramos, para dar comienzo una nueva semana de pasión, millones de emociones volverán a invadir el corazón de las gentes en la ciudad.
La ciudad se engalana para recibir un año más el momento de mayor trascendencia religioso-cultural, acariciando a conquenses y visitantes.
La celebración primaveral por excelencia, es el santo y seña de Cuenca mostrado al mundo entero. Y eso, al nazareno, le emociona. Querer la Semana Santa, es querer nuestra ciudad.
El olor a cera que se mezcla con el frescor de la primavera, crea el clima perfecto. Se trata de una bocanada de oxígeno que los nazarenos necesitamos cada año, para reencontrarnos con nuestro hábitat natural.
Ese olor… junto con el golpe de horquilla… al son de cualquiera de las melodías que alivian los desfiles…sencillamente es emoción.
Cada nazareno tiende a descifrar los códigos internos en cada uno de los rincones del recorrido procesional, buscando emocionar el alma, en una semana en la que son innumerables los momentos únicos, donde la adrenalina aparece por todos los puntos de nuestro cuerpo, convirtiéndose en el principal antídoto para el cansancio y flaqueza cuando aparece estos días.
Para el nazareno, la pasión por la Semana Santa no tiene cura; pero se convierte en la única cura para todos los males. Es capaz de abstraernos de todo lo que nos rodea durante el resto de días que tiene el año, pero sin separarnos de lo más querido, la familia y los amigos.
Porque tampoco nos podemos permitir, disfrutar de Semana Santa sin nuestros seres queridos. Siempre presentes los que, desde un lugar celestial, continúan en alma, paso a paso, junto a nosotros. Es el momento de cerrar los ojos, de dedicar una oración o recordar los buenos momentos al son de una marcha procesional. Es emoción.
La Semana Santa debe de ser nexo de unión, solidaridad y respeto. Bajo esta premisa, podemos continuar dando pasos en la dirección correcta, para ser únicos, sobre un Gólgota declarado Patrimonio de la Humanidad. Sobre todo, por nuestra identidad, única en el mundo. Y dejo una reflexión al hilo de nuestra identidad:
“No te compares con nadie, ten la cabeza bien alta y recuerda, no eres ni mejor ni peor, simplemente eres tú y eso nadie lo puede superar”.
Si conseguimos eso, volveremos a emocionar al mundo entero.
Un hermano os desea Feliz Semana Santa.
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