La Semana Santa de Cuenca ya está en la calle, mirando desafiante a las previsiones agoreras de los radares meteorológicas y marcando el primer tanto de la partida contra el tiempo con un Domingo de Ramos luminoso y entrañable.
A nadie le queda tan bien la primavera como al Domingo de Ramos de Cuenca, sobre todo cuando llega como este año, recién estrenada. San Andrés tiene aroma a colada fresca cuando la procesión del Hosanna se pone en marcha tras un toque de trompeta y una llamada amable a la puerta de la iglesia. En ese momento se formaban en esta plaza de geometría delirante. las filas blanquirrojas de la hermandad de Jesús Entrando en Jerusalén, que lucía cetros restaurados, para dar la bienvenida a la Borriquilla de Marco Pérez, que trotó con entusiasmo, feliz de reencontrarse con su gente, en cuanto sintió la brisa de la mañana acariciando su piel.
Tras la imagen de Jesús salió sale a la calle la Virgen de la Esperanza de Ladrón de Guevara, ataviada con manto carmesí, con prestancia pero sin ínfulas, dispuesta a compartir con su hijo un agradable paseo por la Cuenca nazarena.
Las autoridades y los representantes de la Junta de Cofradías se unieron a una comitiva encabezada por la banda de la Junta de Cofradías y cerrada por la Banda Municipal de Cuenca. El cortejo fue recibido con el repicar de las campanas de la iglesia de El Salvador, característico de un desfile que recolecta muestras de afecto a lo largo de todo el recorrido.
Otro de estos momentos de cariño se produce en la Puerta de Valencia, donde las monjas de las Concepcionistas regalan un dulce canto a las imágenes cuando hacen escala en su convento. A cambio, la hermandad regala flores a las afables religiosas.
Sin embargo, incluso en la jornada más jubilosa del calendario hay que hacer hueco a la memoria, aunque venga con una mochila de tristeza. La Semana Santa de Cuenca ha perdido a uno de los suyos, Jesús Saiz, y la Junta de Cofradías le recordó en la procesión del Hosanna con crespones en las palmas que llevaban sus representantes.
La Banda de la Junta de Cofradías marchó al redoble durante buena parte de Carretería, donde las imágenes eran recibidas por un público engalanado para este día de celebración. Los espectadores agitaban las ramas de olivo al paso de Jesús y su montura y, aunque no entendemos el lenguaje de las plantas, sospechamos que nos mandaban un mensaje de paz
Cuando el desfile llega a Palafox las filas de las procesión del Hosanna ya están pobladas de niños. Al mirar sus rostros nos viene a la mente aquel verso de Margarit que dice que la juventud son ojos que reflejan el futuro sin verlo.
Tras saludar al monumento a los turbos, los pasos de Jesús Entrando en Jerusalén y la Virgen escalan por Palafox con entusiasmo. Otra enseñanza que nos deja el Domingo de Ramos: no hay que dejar de bailar, ni cuando la vida se ponga en pendiente.
10 El público se agolpa en las aceras cuando la procesión se aproxima a San Felipe, menos abarrotada que en otras ocasiones. En cuando asoman los pasos las palmas entonan su canto de sirena y extienden una alfombra dorada para darles la bienvenida y ganarse la bendición del obispo, José María Yanguas, que explica a los nazarenos la importancia de esta entrada triunfal de Jesús, cumpliendo la profecía de Zacaarías, para sufrir, morir y resucitar. “Unámonos a su sufrimiento en la cruzpara compartir con él la resurrección y la vida nueva”, ha invitado Yanguas a los fieles.
La bendición recargó de energía a los banceros para el tramo final del recorrido. Una multitud desbordante esperaba a las imágenes en la Plaza Mayor. La Borriquilla, se divirtió bajo los arcos del Ayuntamiento antes de dejarse abrazar por la Cuenca que celebraba su entrada. A continuación entraba la Virgen de la Esperanza, recibida con un baño de música y ramos de olivo.
Todavía tuvo que atravesar un océanoLa hermandad de Jesús Entrando en Jerusalén atraviesa un océano de personas para alcanzar su meta, la Catedral de Cuenca. Los banceros se sobreponen al cansancio y al calor y hacen un último esfuerzo en la escalinata para introducir a las imágenes en el templo. La Borriquilla lo hace balo los acordes del himno nacional y la virgen, danzando al son de la Marcha de Infantes.
Cumplida la misión, los hermanos intercambian abrazos a modo de recompensa. El Domingo de Ramos ha triunfado y ahora hay menos miedo a afrontar lo que venga.
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