Al menos 22 individuos han aparecido en las fosas halladas hace unos meses durante la instalación de un ascensor en el número 4 de la calle Andrés de Cabrera del Casco Antiguo de Cuenca, unos cuerpos que estaban enterrados en la antigua iglesia de San Juan.
El arqueólogo Michel Muñoz, que participó en la supervisión de la obra, ha aportado precisión al hallazgo comentado esta semana por los responsables de la compañía que se encargó de la instalación, elevando la cantidad de sujetos encontrados en las fosas de Andrés de Cabrera y explicando su origen.
Los restos fueron encontrados cuando se hizo un foso para meter la maquinaria y salieron a la luz cuando se llegó a un metro de profundidad. Este edificio se debió construir en torno a principios del siglo XX sobre lo que un día fue la iglesia de San Juan, una de las primeras que se construyó en la ciudad. “Su feligresía era principalmente de extramuros, “de todas las granjas y aldeas que había en el terreno circundante”, apunta Muñoz.
Aquella iglesia debía contar con un atrio que se utilizaba como cementerio, pero las personas con mayor adquisitivo podían pagar un enterramiento en el interior de la iglesia. Muñoz apunta que “las tumbas normalmente se venden a una familia y ahí se van enterrando generaciones y generaciones, así que los huesos del tatarabuelo los apartan a un lado para meter al muerto del momento”.
Además, había movilidad, porque si una familia se extinguía o se marchaba, el cura vendía la tumba a otra familia. “Eso explica la aparición de tantos sujetos en una misma fosa, algunos enterrados en fechas cercanas al siglo XX”.
El arqueólogo comenta que en algún momento del siglo XIX se prohibieron los entierros en el interior de las iglesias por higiene “pero por lo que yo he comprobado, debió costar implantarlo”. Así, uno de los muertos encontrados vestía unas botas que se conservaban prácticamente enteras “y su tipo de clavo se utilizaba entre finales del XIX y principios del XX”.
Muñoz sigue trabajando minuciosamente con estos restos arqueológicos y considera que el número de individuos hallados todavía puede aumentar. El descubrimiento en esta obra en el ascensor ha servido para confirmar prácticas que se hacían en la época.
Pero este no es el único estudio arqueológico de interés que Michel Muñoz ha tenido que hacer a los propietarios de este edificio de Andrés de Cabrera. “Patrimonio les ha pedido que averigüen si el primer muro de la bajada de San Juan, que van a reformar, es antiguo o es moderno, pero lo interesante es que pensábamos que el edificio se reformó en los años 70 y se tiró todo abajo”, subraya.
No obstante, señala que en los estudios ha demostrado con fotografías que no se conocían hasta ahora, “que ese fue el único inmueble que respetaron; eso supondría que es la puerta medieval más antigua de las que se conservan en el Casco Antiguo de Cuenca”, avisa.
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