Más de 2.000 personas disfrutaron de la velada indie de las fiestas de San Julián en La Fuensanta, una noche de mucho baile iluminada por algunos relámpagos que escapó de la tormenta que miraba desde lejos la fiesta con cara de desaprobación.
Abrieron fuego los Dolly Rose, que obtuvieron en el estadio de la Balompédica su recompensa al gran trabajo que han desarrollado durante los últimos años para ganarse un nombre. Los conquenses desgranaron un repertorio en el que predominaron las versiones indie, con canciones de grupos como Vetusta Morla e Izal que fueron coreadas con entusiasmo por el público que poblaba el verde del campo municipal.
Después llegó el turno de Ladilla Rusa, que pueden considerarse las grandes triunfadoras de la noche. La propuesta de Tania Lozano y Víctor Clarés encaja como un guante con un concierto de fiestas patronales porque tiene aroma a feria, a coches de choque y a bingo a las tres de la mañana.
Sin embargo, lo más potente de su actuación fue que llegó cargada de mensajes. Desde el primer momento dejaron claro que iban a saldar cuentas con todo lo que no les gustaba y cargaron contra la homofobia, la transfobia, la monarquía y la religión a ritmo de electropop, máquina y rumba. Desde la reina Letizia a Putin, las de Moncada no dejaron títere con cabeza, pero tampoco permitieron que el público parara un segundo de botar y cantar. Fue un concierto de petardeo con conciencia de clase y una manera diferente de hacer punk, como reivindicó Ladilla Rusa desde el escenario.
Con la tormenta cada vez más cerca, La La Love You se encargó de cerrar la velada indie con una propuesta inspirada en un baile de fin de curso americano. Los de Parla demostraron muchas tablas en La Fuensanta, con un pop guitarrero, canciones pegadizas que fueron coreadas como himnos por el público conquense y un soporte audiovisual muy atractivo, con la excepción de un infame personajillo hecho con IA que ejercía de maestro de ceremonias de la prom party.
La La Love You alcanzó su punto más alto en la recta final del concierto, en la que interpretaron una versión de Nena Daconte y sus temas más populares, El fin del mundo y Que nada nos pare, dejando un gran cierre de festival, aunque la opinión generalizada es que quizás habría encajado más haber terminado con Ladilla Rusa, porque lo normal es ir primero a la discoteca y luego a la rave.
Fuera de lo musical, el principal problema de la noche estuvo en los baños de La Fuensanta, donde se formaron colas kilométricas que provocaron un monumental enfado especialmente entre los asistentes femenino, que se vio especialmente perjudicado por el número limitado de aseos. Para paliar el conflicto fue necesario traer al estadio urinarios portátiles que contribuyeron a aliviar el problema.
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