Sabemos todos, pero otros no quieren verlo, que la Resiliencia es la capacidad de superar las adversidades saliendo más fuerte y flexible de las situaciones. No queda otra….y ante los desmanes políticos actuales hemos de persistir con esfuerzo, espíritu de superación y resistencia frente a las mentiras y ocultación de fines ególatras de algunas personas que pueden hacer naufragar este país con una digna democracia conseguida desde 1978, con sus errores y aciertos, pero democracia con separación de los tres poderes legislativo, judicial y político.
La Resiliencia tiene varios pilares:
1.- INTROSPECCIÓN
2.- MOTIVACION ESENCIAL
3.- AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL
4.- INDEPENDENCIA Y AUTONOMIA EMOCIONAL.
5.- CONFIANZA EN UNO MISMO
6.-CAPACIDAD DE RELACIONARSE
7.- CAPACIDAD POSITIVA Y OPTIMISMO
8.-SENTIDO DEL HUMOR Y CREATIVIDAD
9.- COLABORACION Y COMPROMISO
10.- ÉTICA Y COHERENCIA
Otro día desarrollaré los temas respectivos, pero ahora hemos de saber y ratificar que la Resiliencia es para todos los demócratas con ética, con ese enorme potencial que a veces no se desarrolla como quisiéramos. Todos tenemos los recursos psicológicos para sobreponernos ante los conflictos vitales actuales y seguir proyectándose en el presente y futuro a pesar de los acontecimientos estresantes políticos actuales y desestabilizadores y/ o traumáticos, aprendiendo a salir fortalecidos de las experiencias propias o ajenas o sociales negativas. Persistamos en la Resiliencia, enmarcada en una reforma de la Constitución que fortifique los puntos débiles de la misma para un mejor desarrollo maduro de la misma. Corrijamos lo que nos debilita como nación y mejoremos lo que se tenga que mejorar en beneficio de todos.
La sociedad civil y nuestros gobernantes tienen un gran compromiso de aceptación de los errores y reconocimiento de poseer recursos de cambio desde el respeto y la esperanza. Crecimos con la Constitución de 1978, con sus virtudes y errores, pero mejoramos en muchos aspectos que proyectaron un gran avance en el desarrollo integral de la población española. La población ha desplegado su generosidad de esfuerzos y colaboración en la recuperación de la última inundación catastrófica valentina. Es hora de arrimar el hombro todos en, partiendo de los mimbres de la transición española del 1978, no dejar ni permitir lo que dicho periodo construyó y susceptible de continuar con esa época, no partidista ni sectaria, no separatista y desestabilizadora de los movimientos actuales.
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