La hispanista Carolina Marcial Dorado (1889-1941), docente originaria del pueblo toledano de Camuñas, se convirtió durante veinte años en la mayor embajadora de la cultura española en los Estados Unidos.
Entre las obras que merece la pena recuperar de esta autora que dio clases en la Universidad de Columbia, se puede mencionar ‘España Pintoresca’, publicada en Estados Unidos en 1917. Se trata de un libro didáctico para introducir a los estudiantes norteamericanos en el estudio de la lengua española y que se apoya en los textos de autores españoles y en leyendas.
Con esta obra Marcial Dorado enseñaba que el castellano era la lengua de los dioses, a propuesta de Júpiter en un concilio divino. Les hablaba también del alma española que «vive en el recuerdo de sus conquistas y sueña con un porvenir glorioso”. Y también les contaba que el español «es amigo de culpar al gobierno de cuantas desgracias le sobrevienen».
Para ilustrar esta última afirmación, la autora vuelve a recurrir a Júpiter, en este caso en el papel de deidad que concede audiencia a representantes de todos los países del mundo. Cuando llega el turno de la delegada española, ella le pide
«un cielo siempre azul, siempre sereno ; no queremos allí ciudades inmensas, ni casas grandes de veinte ni de cincuenta pisos ; queremos ciudades chiquitas y cálidas, con calles estrechas de casitas blancas y alegres tejados rojos ; queremos toda suerte de pájaros que canten, y de flores que alegren la vista y perfumen el ambiente con su aroma (…). Queremos hombres valientes y mujeres hermosas, minas de oro y plata, toda clase de minerales, de frutas y legumbres ; pero sobre todo queremos que sea nuestro país notable por su alegría, por su honor y por su gloriosa historia».
Sin embargo, la delegada se olvida de pedir a Júpiter la petición que le había encargado su país: que España tuviese un buen gobierno. El Dios se lamenta y le dice que ya es tarde para satisfacer ese ruego: «Todo lo demás lo tendrá España, pero jamás tendrá un buen gobierno».
En esta amena obra la hispanista habla también de la hospitalidad de los españoles, de ciudades como Madrid sus habitantes los ‘gatos’ y el Museo del Prado; de Segovia su acueducto, de San Sebastián, Cádiz y Sevilla, Cantabria; de la Alhambra de Granada y la Semana Santa de Toledo, del Sepulcro del Cid y del juego de Pelota Vasca.
En un apartado dedicado a las provincias, la autora comenta que el castellano es «austero, orgulloso y reservado”, pero también «leal como ninguno”. En la obra se describe que las ciudades, pueblos y aldeas de Castilla “tienen todos una tristeza abrumadora.
«El ruido del mundo exterior, la actividad de los tiempos modernos y el movimiento comercial e industrial del resto de Europa no han podido franquear sus viejas y resistentes murallas».
A partir de estos textos trabajaba con el alumnado, al que en los ejercicios les planteaba una pregunta existencial: ¿Ha muerto España?
En 1927 se publicó en Nueva York ‘Spain: pertinent facts briefly sketched’. Se trata de un libro más descriptivo, disponible en inglés e ilustrado con dibujos de Edward C. Caswell. En muy poquitas páginas hace un esbozo general de la España de su época: su geografía, sus comunicaciones, su agricultura, su sistema de gobierno…Incluye también una breve historia de España y un capítulo dedicado a explicar a los lectores americanos cómo son los españoles.
Marcial le cuenta al lector yanqui que el temperamento ardiente «es el material del que están hechos los poetas y líderes españoles” y apunta que, cuando uno se da cuenta de los diferentes tipos de personas que han vivido en esta nación a lo largo de su historia, se comprende mejor «la viveza y el romanticismo del talante español». La autora, optimista, observa en esta obra que en aquellos años reinaba en España «un nuevo espíritu de progreso” y que el país estaba en vísperas de un futuro que le elevaría al rango de las naciones más poderosas del mundo»
Carolina Marcial no hace mención en estas obras a Cuenca, pero sí que tuvo la oportunidad de visitarla y escribir una crónica sobre su estancia. Curiosamente, su interés en conocer Cuenca se despertó en Connecticut, al ver recreadas las hoces en los cuadros de su amigo el pintor Charles Hoffman. Finalmente, hizo aquel viaje en 1926 y relató su experiencia en las páginas de El Día de Cuenca, una crónica que ha sido rescatada recientemente por la revista Contrebia. José Vicente Ávila cuenta en su blog este viaje, tras el que la escritora prometía ocuparse en un futuro de hacer mayor publicidad de esta ciudad para «hacer justicia a la olvidada villa castellana».
Carolina Marcial recibió en 1927 la Gran Cruz de Alfonso XI y la Universidad de Columbia.
Artículo incluido en el Especial Turismo 2025 de Enciende Cuenca. Puedes leer el resto de reportajes en este enlace.
(Artículo publicado originalmente en el Patreon de Jesús Huerta).
Foto: Espaäna pintoresca; the life and customs of Spain in story and legend (1917). By Internet Archive Book Images
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