Un año más, la Cuenca Nazarena, se vistió con las mejores galas para recibir y mostrar el cariño de niños, padres y abuelos, al alegre caminar de “La Borriquilla” junto a su madre de La Esperanza.
Porque en Cuenca, si hay un día al año en que se respira alegría después del letargo invernal, es Domingo de Ramos. Es pureza. Es…Semana Santa.
Pero después de la bendición de Palmas, podíamos vislumbrar en el horizonte una cortina de nubes con ganas de invadir el cielo inmaculado que nos regalo la procesión “Del Hosanna”.
La alegría inicial, se transformó en preocupación, miradas al cielo y un ciclo de suspensiones con efecto dominó, que causaron dolor, emoción y unión. El castigo impuesto desde lo más alto de los cielos, nos rememoró la pasión vivida por el Señor, en el sufrido y lento caminar al Calvario.
El Perdón, a pesar de la trágica suspensión en el momento de llegada al particular Calvario de Cuenca, nos regaló imágenes inéditas en el interior del templo catedralicio conquense. Hasta en las malas, nuestra Semana Santa siempre deja alguna huella positiva. Lluvia, granizo y nieve. El temporal sacó toda la artillería para derribar el “El Perdón” en su representación de ópera por las calles de la ciudad. Pero no pudo con la unión que demostraron todas las hermandades para tomar esas difíciles decisiones que uno nunca quiere escuchar y recibir, siempre con la esperanza en mente, pero que, por responsabilidad, se deben ejecutar y asumir con normalidad.
A partir de ahí, pasión. Mucha pasión. Los templos de la ciudad se convirtieron en auténticos rosarios de nazarenos, conquenses y visitantes, en definitiva, hermanos todos, mostrando a las sagradas imágenes la Fe, amor y cariño que se profesa, dando lugar a momentos íntimos, emotivos y de rezo, por todos los males que recorren nuestro mundo y, en particular, por nuestro familiar o amigo que lo está pasando mal. Es… Semana Santa.
Una ventana de esperanza invadió el corazón nazareno conquense, cuando las puertas de la Catedral se abrieron de par en par, coincidiendo con el toque de trompeta y tambor, elevando las pulsaciones de todos los presentes en la Plaza Mayor. Ríos de nazarenos ataviados con la uniformidad de su hermandad, no quisieron perder la oportunidad de acompañar al Señor, en el sepulcro, dando el pésame a toda una ciudad que, todavía aturdida y descompuesta por el temporal, no entendía lo rápido que había pasado la pasión de una manera tan atípica. Es… Semana Santa.
Pero, llegado a este momento, es inevitable la aparición de brillo en los ojos y se me anuda la garganta comenzando a recordar, los grandes momentos que nos toca volver a vivir en esta nueva primavera. Os pido perdón, porque me dejo muchos momentos, pero…si cierro los ojos como no me voy a emocionar viendo la espectacular entrada en la Plaza Mayor del Bautismo del Señor… Ver los penitentes que acompañan al Nazareno de Medinaceli… el encanto de Judas en su traición… Ver subir al Ecce Homo de San Miguel en silencio solitario por Solera… Ver la majestuosidad en el caminar de Jesús del Puente…ver como se desgarra la Turba cuando las puertas del Salvador se abren para la salida del Nazareno… Ver la elegancia y caminar con su palma del Discípulo Amado… Ver el calor que otorga la fragua a la Madre en la fría madrugada de Viernes Santo… Sentir la Luz oro viejo que Cristo destella por las curvas de la audiencia…el silencio del entierro…el paseo de la Virgen del Amparo con la esperanza de encontrarse con su hijo junto al llanto del río Huécar…Es… Semana Santa.
Conquenses. Sentiros orgullosos de la mayor celebración que presenta, de año en año, nuestra ciudad. Siempre da más de lo que recibe.
El que suscribe estas palabras, os desea que disfrutéis de una gran Semana Santa. No dejéis de poner los cinco sentidos cada segundo en los que una procesión se encuentre en la calle. Empaparos de los buenos momentos, en hermandad, que todos estos días de Cuaresma y preparativos nos dejan. Emocionaros con el golpe de horquilla. Notar como el corazón palpita con otro ritmo al son de una buena marcha. Ojalá, las tres palabras que marcan el título del artículo que tienes delante, se conviertan en la representación total de procesiones por las calles de nuestra ciudad. Recemos por un cielo limpio.
Debemos, y estamos obligados, a continuar sellando páginas de historia que nuestros antecesores y hermanos que han partido al lado del Padre, nos han dejado como eterno legado para ser cuidado con gran mimo, orgullosos y sabedores, del lugar de privilegio que ocupamos los nazarenos conquenses a nivel internacional, año tras año.
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