Semana Santa

La primavera traiciona a la procesión de El Perdón a pocos metros de la salida

La primavera es encantadora hasta que le da por jugar con el botoncito de las tormentas. y en esta ocasión la travesura se llevó por delante la procesión de El Perdón, a la que, por culpa de la lluvia, se le paró el motor a pocos metros de la salida.

El desfile del Martes Santo conquense se embarró en la duda, sin tener muy claro como actuar frente a esa tormenta que vaticinaba a las ocho de la tarde la Agencia Estatal de Meteorología. Las hermandades tomaron la misma decisión que el criado del cuento persa que, intentando huir de la muerte, termina yendo a su encuentro

Nadie pensaba en este desenlace tan fatal una hora antes del desfile, cuando se ultimaban los preparativos en la iglesia de El Salvador. Allí esperaba Ainara Muñiz, que iba a debutar en la bajada como primera añafilera de la hermandad de San Juan Bautista, honor que tendrá que esperar hasta el año que viene, como otros estrenos que había previstos en esta procesión de El Perdón.

Las dudas crecieron a las siete de la tarde, cuando las hermandades se reunieron para estudiar la situación meteorológica. El cielo seguía manteniendo la incógnita, mientras todos los nazarenos de Cuenca, colgados a sus móviles desde El Salvador a San Felipe Neri estaban deseando que la primavera se estuviera tirando un farol.

Los representantes de las hermandades decidieron posponer una hora la decisión final. Sin embargo, minutos antes de ese momento, Mariano López Herráiz, del San Juan Bautista, comunicaba oficialmente que se salía a la calle si a las ocho en punto no llovía.

Nadie sospechaba que el cielo estaba jugando al escondite con sus nubes. A las 20 horas las trompetas heráldicas sonaron en El Salvador, con el mismo espíritu guerrero que se anuncia una carga en la batalla, para anunciar la salida del Bautista. 

También llegó a salir a la calle la Magdalena, que estrenaba para la ocasión pendientes donados por unos hermanos y  más arriba, en Los Oblatos, un Jesús de Medinaceli que lucía restaurado tras pasar por las manos de Mar Brox descendía la escalinata de San Felipe para ponerse al frente de la comitiva.

Sonaba el himno de España cuando las nubes que habían hecho amago de irse asaltaban al nazareno, indefenso, con una tormenta de lluvia y granizo. Los banceros aguantaron bajo el chaparrón el aguacero hasta que sonó la última nota de la Banda de Música de Cuenca.

La frustración calaba más que el agua, pero las hermandades aparcaron momentáneamente su pesar para poner a salvo a sus Sagradas Imágenes del temporal. Bajo la lluvia, la imagen de San Juan retrocedía bailando para exprimir gotas de alegría a esta procesión interrumpida.

Con el desfile suspendido y los pasos a salvo, la decepción y las lágrimas se apoderaron de los hermanos y hermanas de El Perdón, que por segundo año sufrían el dolor de un Martes Santo inacabado. En el desconsuelo, cada uno hacía lo que podía para recuperar los ánimos, como los músicos que interpretaron unas marchas sanadoras para la Virgen de la Esperanza.

Tras aceptar definitivamente que todo había acabado, los nazarenos conquenses comenzaron a abandonar los templos, decepcionados con esa primavera traicionera que hoy les ha hecho sufrir, pero que les devolverá la sonrisa la próxima Semana Santa.

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