El Domingo de Resurrección es un rayo de sol en Cuenca

Cuando comienza el Domingo de Resurrección, en los charcos de la calle del Peso estaban almacenadas todas las lágrimas derramadas en la Semana Santa de Cuenca, pero la hermandad de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y María Santísima del Amparo se ha encargado de enjugarlas en la procesión de El Encuentro.

La lluvia previa y las previsiones inestables añadieron incertidumbre a la salida, pero las dudas se disiparon cuando el secretario de la hermandad, Javier Caruda, y el presidente ejecutivo, Juan Alberto Caballero, han confirmado que a las diez y cuarto de la mañana comenzaba la procesión.

San Andrés abre sus puertas incluso un poquito antes y la imagen del Resucitado ha salidocon tanta prestancia que hasta los rayos del sol se asoman entre las nubes para contemplarle. Tras su hijo, todavía de luto, aparecíala Virgen del Amparo, que estrena una diadema elaborada por José Manuel Bernet a partir de un diseño de Adrián López.

Como es habitual, Jesús su su Madre eligieron rutas diferentes para que la procesión tuviera forma de abrazo. El recorrido del Resucitado pasa por San Juan y Palafox, que se convierte en un muestrario de las hermandades que hacen posible esta Semana Santa. A lo lejos, el Hospital de Santiago, engalanado también con los colores de la Pasión conquense, observa la escena.

Tanto la pasos de Jesús como el de la virgen lucen en las gualdrapas, crespones negros por los hermanos fallecidos. De esta forma, los que ya no están participan en este paseo para anunciar la Resurrección por las calles de Cuenca.

Por su parte, la Virgen del Amparo elige desfilar por la Puerta de Valencia y los Tintes. En la calle de los telares la música teje la alfombra que lleva a la Madre al Encuentro. El Huécar camina a su lado y le susurra palabras que reconfortan.

La Plaza de la Constitución estaba repleta para contemplar uno de los momentos trascendentales de la Semana Santa de Cuenca, tanto que este rincón mainstream vacía de público otros puntos del recorrido. Hasta las palomas se alborotaron cuando los pasos asomaban por Calderón de la Barca y la calle del Agua.

Por fin, Jesús y María se reencuentran. Los banceros de ambos pasos se pusieron frente a frente para el Hijo y la Madre puedan mirarse a los ojos. Con la certeza de que lo que está viendo es real, la Virgen abandona el luto y muestra su manto esmeralda. Suena la música y las palomas revolotean sobre los pasos, que danzan para celebrar que, una Semana Santa más, la vida ha ganado la partida a la muerte.

En el monumento al nazareno se depositaron unas flores para honrar a quienes se fueron y, tras una breve oración, la procesión de El Encuentro retoma su camino para completar en familia su recorrido.

En estos momentos finales de la Semana Santa, la ciudad admiró el esfuerzo de las bandas de Cuenca y de la Junta de Cofradías, especialmente en este año en el que la lluvia, aunque haya aparecido a rachas, ha hecho más difícil su cometido.

Precisamente, a partir de Carretería, algunas gotas intentaron entrometerse en el desfile e incluso hubo que proteger algunos estandartes, pero ya no podrían parara la procesión del Encuentro, que era un rayo de sol que atraviesa la ciudad desde Las Torres hasta El Salvador.

Finalmente, la procesión regresó a su casa, San Andrés, para completar el círculo que dibuja la Semana Santa de Cuenca. Los guiones y estandartes se cuadraron al paso del Resucitado de la imagen de Leonardo Martínez Bueno cuando cruzó el arco de la antigua iglesia.

Por su parte, la Virgen del Amparo entró en el templo siguiendo el alegre ritmo de la Marcha de Infantes. La última lluvia de la Semana Santa de Cuenca fue de sonrisas y abrazos. Así terminó un Domingo de Resurrección que ha confirmado la fortaleza de la Semana Santa conquense, que tiene un tallo tan fuerte que daña las hojas de las hoces que intentan cortarlo.

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