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Ocho kilómetros de ruta por los vertederos de San Clemente

Con la llegada de la primavera y bajo un cielo despejado, la Coordinadora Medioambiental de San Clemente llevó a cabo su esperada Ruta Anti-Natural, una actividad de concienciación que combina senderismo, observación del entorno y denuncia ambiental. La marcha, originalmente prevista para marzo pero aplazada por el mal tiempo, reunió a vecinos del municipio y participantes de localidades cercanas con el objetivo de visibilizar una problemática creciente: la proliferación de vertederos ilegales en el término municipal.

La caminata, de unos ocho kilómetros de longitud, arrancó en el camino público de Zumacares, dentro del casco urbano. Pronto, el grupo alcanzó la zona conocida popularmente como “los Terreros”, un lugar que, en los años 80, fue utilizado de forma irregular como vertedero, aprovechando los huecos generados por la extracción de áridos. Durante los años 90, esta área fue objeto de un proceso de limpieza y recuperación ambiental liderado por las administraciones locales, que logró frenar el uso indebido del terreno gracias, en parte, a campañas de concienciación sobre el manejo de residuos. Para la Coordinadora, esta experiencia debería servir de ejemplo ante la situación actual: limpiar los espacios degradados y, sobre todo, educar a la población.

A lo largo del recorrido, los participantes fueron descubriendo múltiples puntos de vertido. “Empiezan con escombros y luego se amplían con electrodomésticos, plásticos, aceites y otros residuos peligrosos”, explicaban los organizadores. Al pasar por el paraje de las “Huertas Nuevas”, los caminantes se detuvieron a contemplar este enclave agrícola tradicional, aún activo, que resiste a la degradación gracias al cercano río Rus y a su nivel freático elevado, favorable para el riego.

Sin embargo, la situación empeoraba al acercarse a las balsas de residuos de una antigua alcoholera. En esta zona confluyen vertidos legales e ilegales: a los residuos industriales, representados por las balsas de lixiviados, se suman neumáticos, pinturas, plásticos, telas y hasta aceites usados, creando un cóctel contaminante de gran impacto. Además de los olores y emanaciones, se recordó un trágico hecho ocurrido en ese entorno hace algo más de un año, cuando se halló el cuerpo sin vida de una persona entre los escombros. Aunque las causas fueron naturales, el hallazgo tardío y el abandono del lugar suscitaron una reflexión: “parece que la palabra desecho se ha extendido a personas y eso es una señal alarmante de nuestra sociedad”, se comentó.

La marcha también sirvió para ofrecer consejos prácticos a los propietarios de terrenos afectados: denunciar cualquier vertido ilegal en sus parcelas es clave para evitar responsabilidades y comenzar a revertir el problema.

Tras un breve descanso y un tentempié, el grupo cruzó la autopista por un paso elevado rumbo al paraje del Pedralejo, un enclave rocoso con vegetación autóctona donde se descubrieron nuevos vertidos, esta vez de neumáticos y bolsas de cultivo de setas. Según los organizadores, este tipo de residuos apunta directamente a empresas o gestoras de residuos que actúan al margen de la legalidad. “Detrás de muchos problemas medioambientales hay un interés económico”, denunció la Coordinadora.

La última parte del trayecto transcurrió por una zona más naturalizada, con campos de cereal, viñas, almendros y prados que culminaban en el “Monte del Estado” o “Pinar Nuevo”, un espacio público que lucía especialmente bello gracias a las lluvias primaverales. Fue en este entorno donde un grupo adelantado divisó fugazmente un ciervo o corzo, un avistamiento que, junto a la presencia de rapaces, liebres, conejos y perdices, cerró la ruta con un toque esperanzador.

El final de la jornada tuvo lugar en el merendero conocido como “el Julio”, donde los participantes compartieron una comida comunitaria en un ambiente distendido, intercambiando impresiones, anécdotas y propuestas.

La valoración general del evento fue muy positiva. La actividad consiguió su doble objetivo: disfrutar de una jornada en la naturaleza y, al mismo tiempo, poner el foco en una problemática que afecta directamente al entorno, a la salud pública y a la imagen del municipio. Desde la Coordinadora se apunta, además, a un origen estructural del problema: el modelo de consumo actual. “Producimos y desechamos en exceso. Acumulamos objetos de vida corta y muchas veces inútiles, y el sistema de gestión de residuos no da abasto”, subrayaron.

Durante la marcha se realizaron numerosas fotografías que serán seleccionadas y expuestas públicamente en redes y otros canales para seguir visibilizando la situación.

La Coordinadora Medioambiental de San Clemente concluyó la jornada con un mensaje claro: “Seguiremos trabajando para proteger nuestro entorno y frenar la contaminación. Invitamos a toda la ciudadanía a sumarse a nuestras iniciativas y a asumir un compromiso activo por la defensa de nuestro medioambiente”

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