La hostelería conquense aguarda con el corazón en un puño las medidas que decidan las comunidades autónomas este miércoles para controlar el avance de la variante ómicron del coronavirus. “Otra vez con la angustia y el miedo en el cuerpo”, confiesa José Manuel Abascal, presidente de la Agrupación de Hostelería de Cuenca, que apunta que este clima ya se ha llevado por delante la gran parte de cenas de Navidad de las empresas.
El Gobierno de Castilla-La Mancha pedirá este miércoles el retorno del uso generalizado de la mascarilla en interiores y exteriores y el control de eventos multitudinarios, pero no tiene previsto en principio defender restricciones a la hostelería. El jueves comunicará al sector hostelero la hoja de ruta.
El presidente del sector en Cuenca comenta que “en nuestros asociados ya se ven caras tristes, están mosqueados y cansados, porque ya saben que una temporada que venía buena se ha estropeado ya”.
Abascal reprocha a las administraciones que “al final paguemos el pato los de siempre” y confía en que todo se quede “en que la gente se ponga las mascarillas y esté espaciada y con ventilación”, porque en el caso de que vuelvan las restricciones “nos meteremos en un conflicto económico gordo”.
Su opinión es que lo más asumible “es que la gente se autoproteja, porque tenemos que seguir conviviendo con el virus, no podemos encerrarnos en una burbuja, porque la economía tiene que seguir, salvo que le den a la máquina de hacer euros y nos den a cada uno nuestra parte correspondiente”.
“Prácticamente todas las cenas de empresa se han perdido”
La nueva ola ya ha hecho mucho daño a la hostelería de Cuenca, antes incluso de que se hayan adoptado medidas. “Prácticamente todas las cenas de empresa se han perdido y nos queda la salida espaciada, con la mujer o con los amigos con los que sales siempre”. Por eso considera que sería catastrófico “que no se pudiera salir ni siquiera con las protecciones y se pongan más trabas a la movilidad, porque la gente estaba esperando las navidades para nivelar su cuenta de explotación y ahora se le iría otra vez al carajo”.
“La gente ha actuado por sí sola, no ha hecho falta que les hagan restricciones: automáticamente han suspendido cenas y viajes”, aunque lamenta que queden personas “que no se terminen de comportar bien, que no se acaban de vacunar o que no cumplen las normas”. Sin embargo, considera que “no podemos pagar el 80% de la población por ese 20%”.
Abascal no considera que vaya a ser efectivo, por ejemplo, adelantar el horario de cierre de los bares: “A la gente joven no se le puede parar y si no se reúnen en un sitio se reunirán en otro”. Tampoco cree que garantice nada el Pasaporte COVID, que además es de difícil aplicación en algunos negocios.
Concluye el presidente de la Agrupación de Hostelería de Cuenca rogando “que, con todas las precauciones posibles, nos dejen hacer una vida normal, porque si no podría ser la puntilla”.