Opinión

178.649 razones para no cerrar la línea de Cuenca

¿Es posible que 178.649 viajeros, clientes o ciudadanos, pierdan SU tren, en el “Año Europeo del Ferrocarril”, y de manos de un gobierno progresista? Pues, aunque parezca mentira, es posible y así lo ha planteado el Ministerio de transporte, movilidad y agenda urbana (MITMAU), a través de su Administrador de infraestructuras ferroviarias (Adif). Una propuesta cargada de claroscuros, donde hay más preguntas que certezas, y más oscuro que luz.

Veamos por qué no es baladí saber si esta propuesta se dirige a ¿viajeros, clientes o ciudadanos? Porque la consideración que cualquier gobierno tiene de su población, marca el sentido de las decisiones políticas que se toman para satisfacer los intereses y necesidades de la mayoría, y no sólo de unos pocos. Por eso, no es lo mismo considerar a los habitantes de una región ciudadanos (con todo su elenco de derechos, deberes y garantías), que considerarlos sólo viajeros o clientes (para ver sólo un aspecto sesgado de esa ciudadanía).

Una persona que viaja, necesita un medio para viajar, y, si no tiene uno, tal vez tenga otro más o menos accesible. Algo parecido sucede con un cliente, que un día compra un billete de tren -que elige voluntariamente, porque tiene la opción-, pero si la compañía se lo cambia por otro medio -seguramente sin posibilidad de elección-, aunque sea a regañadientes, cogerá ese medio con tal de amortizar su gasto y hacer su viaje.

Pero un ciudadano es mucho más. A la ciudadanía se le debería garantizar su derecho a la movilidad, del modo más eficiente, seguro y sostenible; se le debería garantizar la estabilidad de una infraestructura lo menos dependiente de la climatología adversa, de las contingencias e irregularidades que afectan al tráfico rodado y de una cadena de medios que complica la experiencia completa del viaje, especialmente en la franja ciudadana de personas de mayor edad. Una infraestructura, integrada en el medio, apenas contaminante y muy sostenible, como es el caso que nos ocupa (y sobre la que haremos otra reflexión)

La presentación del proyecto que la Dirección de Adif ha realizado a su representación sindical (sin respeto al cauce formal, ni oportunidad de participación real -otro asunto que merece reflexión aparte-), lo ha hecho bajo el título: “Una propuesta de proyecto integral de movilidad, desarrollo territorial y transformación urbana”: ”Proyecto x Cuenca”. Un documento al que encontramos varias inexactitudes, y afirmaciones tendenciosas. Por ejemplo, la contraposición de las líneas de alta velocidad y convencional, para tildar a la segunda de “línea ineficiente”. Supuesta ineficiencia que se apoya en que tiene una “orografía compleja que impide el desarrollo de grandes velocidades” y que, añade, “seguiría siendo ineficiente independientemente de la inversión realizada”; y termina con que: “es una infraestructura diseñada acorde a los parámetros de trazado del siglo XX”.

Empleando únicamente el sentido común se puede ver que la afirmación “seguiría siendo ineficiente independientemente de la inversión realizada” es falsa

Empleando únicamente el sentido común se puede ver que la afirmación “seguiría siendo ineficiente independientemente de la inversión realizada” es falsa. La eficiencia es una cuestión de orden de magnitud, de proporciones y equilibrio, con unos medios para alcanzar unos objetivos. Por tanto, no hay una eficiencia abstracta, sino que siempre es posible encontrarla. Sólo hacen falta voluntad y recursos ajustados a los objetivos perseguido (que no son necesaria y exclusivamente los 350 kms./hora con los que se está comparando).

La otra afirmación: “Es una infraestructura diseñada acorde a los parámetros de trazado del siglo XX”, que como afirmación objetiva es cierta, como afirmación de una teórica disyuntiva, es falsa. Seguramente la Vía Augusta se diseñó con parámetros del siglo I, y se fue adaptando a la evolución de las necesidades del transporte, hasta llegar a nuestros días (en que es ineficiente para vehículos de gran tonelaje, pero eficiente para caminantes). Como ha sucedido con tantas vías ferroviarias, o carreteras, en todas partes del mundo. O acaso, ¿cuándo se construye una autovía, se decide a continuación volar la carretera nacional que había antes? No conocemos precedentes. Si alguien los tiene, que lo traiga, por favor.

Por todo eso, cuando se tiene una infraestructura sólida y estable, sobradamente amortizada, que incluso ha suplido a otras más modernas en momentos de climatología adversa (temporales de los años 2009 y 2010), a pesar de su falta de inversiones de mejora; pretender cerrarla, y dejar sin ella a los 178.649 ciudadanos que sirve, en lugar de plantear una mínima inversión que la renueve y haga competitiva, es un desatino enorme e intolerable.

No se producía en España un cierre de línea, con propuesta de levante incluido, desde el funesto acuerdo del Consejo de Ministros del 30 de septiembre de 1984 por el que se cerraron 914 kilómetros de líneas ferroviarias (muchos de los cuales aún no han sido levantados, precisamente porque nunca se ha renunciado totalmente a determinadas renovaciones y reaperturas). Casualmente gobernaba el mismo partido que ahora (hay casualidades que cuesta digerir). Y se produce -lo que casi convierte la propuesta en una ofensa al mundo ferroviario-, en el contexto del “Año Europeo del Ferrocarril”, cuando hay consenso mundial, en que el ferrocarril ha de ser el medio para liderar la descarbonización de un planeta en emergencia climática.

¿De verdad creen que este es el camino de la movilidad sostenible? ¿De verdad creen que, el ente que debe ser promotor de más y mejores infraestructuras ferroviarias, puede proponer cerrar las que ya existen, en lugar de adaptarlas adecuadamente a la ciudadanía y sus necesidades del transporte, sin pensar exclusivamente en términos de alta velocidad? ¿De verdad han olvidado cuál era la finalidad de las Vías Verdes, y ahora van a usarlas para suplir la movilidad ferroviaria de proximidad?

¿De verdad creen que vamos a permitir que Aranjuez, Ontígola, Ocaña, Noblejas, Villarrubia de Santiago, Santa Cruz de la Zarza, Tarancón, Huelves, Paredes de Melo, Vellisca, Huete, Caracenilla, Castillo del Romeral, Cuevas de Velasco, Chillaron de Cuenca, Cuenca, La Melgosa, Cañadas del Hoyo, Carboneras de Guadazaon, Aguisuelas, Villora, Enguidanos, Camporrobles y Utiel, profundicen en su aislamiento, teniendo la oportunidad de hacer justo lo contrario; y hacerlo de la mano del medio de transporte más sostenible, seguro y popular, simplemente porque lo han dejado morir durante los años de bipartidismo, en lugar de haberlo hecho eficiente con una mínima inversión?

Como dijimos al principio, hay más preguntas que certezas. Hoy lanzamos estas, pero habrá más.





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