Llevo muchos años viviendo en Cuenca y cada día visito el río Júcar, paseando sus orillas, sus curvas, sus puentes, sus cascadas. Antaño visité el fluir de las aguas ya desde el nacimiento y ya me recordaba el río Júcar: El viaje de la vida.
Al nacer suelen parecer pequeñas e insignificantes las aguas si se comparan con su crecimiento posterior. Desde su nacimiento, el río Júcar inicia un viaje de retos y agitación. Cada gota de agua mana de la tierra desconociendo el camino que le espera. Y desde el mismo momento en que emerge, cada gota pasa a formar parte de un inevitable e incontrolable flujo cauce abajo. Al brotar el río, empieza un viaje de varias etapas. El río se nutre y agranda al encontrarse con el curso de otros arroyos, y cada una de estas aportaciones contribuye a su crecimiento y madurez como río.
También el río Júcar aporta beneficios proporcionando sus aguas vida a los peces, trucha común, barbos, bogas, madrillas, animales en general y a los seres humanos, enriqueciendo las tierras a su paso.
Pese a sus favores y a su generosidad, las corrientes no están exentas de obstáculos y dificultades, fluyendo tomando atajos ni demorarse. Se encuentra desniveles e impedimentos que retienen la corriente, o que provocan que el agua se remanse.Otras veces el cauce se estrecha, donde dicho cauce se ve compelido a cruzar estrechos canales por los cuales corre raudo y sus aguas se deslizan con fragor.
Su ánimo varía al albor de estas circunstancias. Hay ocasiones para correr, otras para danzar, otras para borbotear y otras más para permanecer en paz.Para cada nuevo obstáculo el río necesita encontrar una nueva solución. Si un árbol cae en su lecho, el río Júcar, como otros ríos, ¿ lo arrastrará? ¿ formará un embalse hasta alcanzar el nivel necesario para pasar por el tronco y poder seguir su curso ?.
Durante su infancia, el río parece sentirse feliz, danzando sobre las piedras y guijarros. Durante su adolescencia se muestra enérgico y resuelto. Alcanzada la madurez, se ensancha, como si quisiera extender y compartir su experiencia, su sabiduría y su tranquilidad.
Su ritmo se enlentece a medida que el río Júcar se aproxima al mar. En la desembocadura, el río y el océano se funden, pero no sólo entre sí, sino con todas las aguas del planeta. El calor del sol evapora el agua. El vapor se acumula en las nubes y al llover vuelve a comenzar el viaje de las aguas por los cauces de los ríos, por el cauce del río Júcar.
Cuando miré hacia abajo desde un puente colgante, el agua formaba verdes remolinos, creando lo que los piragüistas denominan RÁPIDOS. El río Júcar bajaba con apresurada urgencia, luchando consigo mismo. Quedé embelesado por los destructivos embates con su energía apremiante. Sentí respeto por el poderío del río. Al lado del mismo, a la altura de las Grajas vienen alpinistas de toda España a escalar sus rocas.
El río Júcar, encerraba de en sí mismo más de una paradoja. Había algo en esa poderosa corriente y que siempre existirá, incluso mucho antes de que los exploradores de antaño le dieran nombre. El río Júcar era el mismo río desde su nacimiento hasta su desembocadura en el mar.
Al observarlo, experimentaba una cierta sensación de permanencia, un sentimiento de eternidad, la experiencia de algo que trascendía mi efímera existencia. Pero en su permanencia había algo de temporal. El río Júcar cambiaba constantemente, siempre en proceso de adaptación, en continua mutación. Cada molécula de agua que corría bajo mis pies era distinta de la que le había precedido una milésima de segundo antes y de todas las que vendrían a continuación. Aunque el río Júcar era el mismo, nunca era igual ni lo es, ni lo será. Y eso atraía y atrae mi paseo diario por el río Júcar a su paso por Cuenca, y la obra de este río ha atraído, atrae y atraerá a su paso por la mágica ciudad de Cuenca.
Al contemplar los remolinos y las bailarinas aguas del río, digo lo que decía alguien” “Si te colocaras junto a las barandillas de un puente y te asomaras a ella, al observar el río correr lentamente por debajo, PRONTO SABRÍAS TODO AQUELLO QUE ES NECESARIO SABER”. Y saber, sentir que es el río Júcar un lugar a su paso por la Cuenca medieval, turística y Patrimonio de la Humanidad.
Firmado: Un paseante diario del río Júcar.