Opinión

“Vivir sin culpas” (I)

¿ Porqué nos sentimos culpables ?  Según algunas corrientes psicológicas británicas que abarcan con mayor humanidad los problemas de la ética y de la moral, nos sentimos culpables porque identificamos a la persona con sus actos. Si un sujeto comete una situación indigna reprobable deducimos que quién ha cometido dicha acción debe ser indigno y reprobable. De la misma manera, si nosotros hacemos algo que calificamos indeseable, sostenemos el siguiente argumento….” Me he comportado mal, luego soy malo “. Es por esta razón que el auto-odio, la culpa, los complejos de inferioridad y una profunda sensación de ser pecadores se ha generado en millones de personas a lo largo de los siglos. Los psicólogos de determinadas terapias han arrojado nueva luz sobre el tema de la culpabilidad al sostener que la evaluación de las personas debe separarse de sus actos.

De este modo encontramos acciones malas, indignas o indeseables pero no individuos malos, indignos o indeseables.

¿ Por qué es incorrecto juzgar a las personas por sus actos ?. Porque todas las acciones transgresoras son el producto de la deficiencia, ignorancia y perturbación humanas y, desde ese punto de vista, son lógicas, comprensibles y, por supuesto, perdonables.

NO  SOMOS  PERFECTOS

Todos somos deficientes en algún sentido. Podemos ser muy competentes en algunas áreas pero ser incompetentes en otras

 Nuestras capacidades vienen determinadas en parte por nuestra herencia genética y por nuestra historia de aprendizaje, y estas limitaciones heredadas o adquiridas nos convierten en seres deficientes, propensos inevitablemente al error.

Nuestras limitaciones pueden llevarnos a la frustración y, a veces, a acciones desproporcionadas y violentas. Si queremos podemos lamentar no poseer las cualidades necesarias para ser grandes atletas o genios de la música, pero no debemos sentirnos indignos por haber nacido con unas características concretas. ES IRRACIONAL SENTIRSE CULPABLE POR NO SER TAN DELGADO, INTELIGENTE, HÁBIL O CONTROLADO COMO NOS GUSTARÍA. NUESTRAS DEFICIENCIAS FORMAN PARTE DE NUESTROS RASGOS, PERO NO SON NUESTRA TOTALIDAD.

Muchos de nuestros actos más innobles provienen de la ignorancia, pero hemos de entender que si actuamos así es porque no hemos aprendido a evitarlo. Es irracional odiarse a sí mismo por algo que no se sabe. Puedo lamentar no haber obrado de otra manera en tal o cual ocasión y puedo intentar corregir mi conducta en el futuro, pero es profundamente irracional sentirse culpable e indigno por ello.

Muchas de nuestras acciones transgresoras se producen en momentos de pérdida de control emocional, y en ese momento específico y concreto no nos era posible comportarnos de otra manera. Toda acción en su contexto justo, resulta coherente y lógico. Si no esperamos que el esquizoide, el toxicómano o el alcohólico se comporten como si no lo fueran. ¿ Por qué hemos de esperar que la persona que pierda el control  emocional se comporte como si se hallara en una situación de autodominio pleno ?.

Si consideramos la conducta humana así EL SENTIMIENTO DE CULPA pierde su sentido y, lo que es más importante aún, se abre la vía del perdón.

Si separamos a la persona de sus acciones, comprendemos que no hay personas buenas o malas sino solamente seres humanos imperfectos que a veces cometen actos reprobables.

Este enfoque comprensivo no nos exime de la responsabilidad que adquirimos con nuestras acciones, simplemente nos ayuda a entender por qué en algunas ocasiones los seres humanos nos comportamos de un modo que va en contra no ya sólo de las normas sociales sino en contra de nuestra ética personal. Si como nos sugieren algunos expertos psicólogos se ha de separar la evaluación que hagamos de las personas de la evaluación de sus actos, deducimos que:

– NO PODEMOS JUZGAR A LAS PERSONAS POR SUS ACCIONES.

– EL PERDÓN PUEDE SER INCONDICIONAL

–  NO DEBEMOS SENTIRNOS CULPABLES POR NUESTROS ACTOS…..Pero ¿ Significa esto que no somos responsables de nuestras acciones ? No, la persona que comete un acto indigno es responsable de él y en ese sentido será instado por la sociedad o por su propio sentido ético a modificar su conducta, pero es preciso distinguir entre los conceptos de culpabilidad y responsabilidad.

Tradicionalmente se ha creído que la culpa era existencialmente útil y humanamente necesaria. Sin embargo, el sentimiento de culpa no sólo no contribuye a hacernos mejores sino que posiblemente nos hace peores.

LA CULPA es un acto de autoviolencia. Identificar a una persona como culpable significa que se cree que esa persona ha cometido algo malo. Creer que la persona debe sentirse repugnante a sí misma, significa que no queremos que esa persona cometa un acto de autoviolencia.

LA CULPA ES COERCITIVA Y NO CORRECTIVA. Sentirnos indignos por haber hecho algo que consideramos malo puede hacer que inhibamos la acción en próximas pero no nos ayudará a corregirla.

LA CULPA CREA INDEFENSIÓN. El sentimiento de culpa traslada el perdón fuera de nosotros. Esperamos que el perdón llegue desde fuera, de un Dios o nuestros semejantes.

LA CULPA ES INÚTIL PARA LA EXPERIENCIA HUMANA. Sentirnos culpables no nos ayuda a borrar la falta cometida, no nos facilita el aprendizaje de nuevas conductas más operativas, no hace que los demás nos amen y  respeten más ni tampoco conduce a llevar una vida más plena.

LA CULPA TIENDE A PERPETUARSE. Muchas personas creen que si mantienen el sentimiento de culpa durante un tiempo suficientemente largo expiarán sus errores, sin embargo, como advierte el psicólogo cognitivo David Burns: ” los pensamientos que crean sentimientos de culpa se traducen en acciones improductivas y refuerzan la idea certera de que es malo”.

LA CULPA ES PASIVA. La conclusión final a la que nos conduce el sentimiento de culpa es que hacemos las cosas mal porque somos inherentemente malos. Con esta perspectiva se pierden conceptos básicos para el desarrollo y autorrealización humanas con el aprendizaje, acción y cambio.

ALTERNATIVA RACIONAL AL SENTIMIENTO DE CULPA: La alternativa es la responsabilidad o el remordimiento. La culpa surge cuando en nuestros pensamientos aparece implícito el concepto de maldad de uno mismo. El remordimiento cuando vemos que hemos actuado mal hacia nosotros mismos o los demás, violando las propias éticas personales.

No cabe duda que el remordimiento es mucho más humano que la culpa. Mientras que el sentimiento de culpa condena a nuestro ser, el remordimiento condena conductas negativas concretas y en este sentido se hace posible el cambio. Una dosis razonable de remordimiento quizá nos ayude a reconocer que algunas conductas nuestras pueden dañarnos o herir innecesariamente a los demás, pero creer que somos una mala persona no nos va a ayudar a promover los cambios necesarios para corregirnos, mejorarnos y superarnos. Cómo advierte Burns, ” la mayoría de las veces, la creencia de que se es una mala persona intensifica el mal comportamiento”.

El concepto de culpa va indefectiblemente unido al concepto de perdón. Sin embargo, no deja de ser paradójico que las personas que, a causa de sus creencias, sitúan el perdón como el eje central de sus vidas, sean también las que generalmente sufren más sentimientos de culpa. Una explicación obvia es que estas personas trasladan la potestad del perdón fuera de ellas mismas. Actualmente la terapia RET, por el contrario, nos insta a que adoptemos una actitud activa respecto a la existencia, y, esto pasa por la aceptación y el perdón incondicional.

Según Paul Huck, retiano, el perdón es muy difícil para la mayoría de nosotros porque mantenemos la creencia irracional de que las conductas irracionales deben originarse en personas inaceptables; pero si separamos el acto de la persona, podremos condenar el acto pero no a la persona: solo cuando aprendamos a aceptarnos a nosotros mismos como seres humanos imperfectos, en parte determinados por la deficiencia, ignorancia y perturbación humanas, estaremos preparados para perdonarnos incondicionalmente.