Vivimos un momento en el que realmente parece que se intenta vivir más sano con deporte, alimentación, aire limpio, buscando una evolución tanto en condiciones de vida como en medio ambiente hasta tal punto que vivir en un espacio saludable es un derecho humano. Por todo esto existen normativas que los espacios deben cumplir, que las personas debemos comprender, porque son la base de los derechos que disfrutamos. El problema viene cuando no se cumplen plenamente las condiciones ni los comportamientos que están regulados en estas normativas, hablamos particularmente del ruido.
El problema del ruido no es menor, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado la contaminación acústica como el segundo problema medioambiental en Europa, tras la contaminación por partículas. Tiene un impacto en la salud contrastado provocando estrés, problemas de sueño, ansiedad, depresión, afecciones a las capacidades cognitivas, enfermedades cardio-vasculares y respiratorias, según la OMS: “uno de cada cinco Europeos vive regularmente expuesto a niveles de ruido dañinos para la salud”.
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) afirma que la exposición a altos niveles de ruido “genera un alto riesgo para la salud de las personas” y estima que en Europa causa 16.600 muertes prematuras al año, y provoca estrés a 32 millones de adultos y problemas de sueño a otros 13 millones. Las leyes europeas establecen que son contaminantes todos los ruidos con una intensidad superior a los 55 decibelios (dB) EMITIDOS durante el día y a los 50 dB durante la noche. A modo de ejemplo, un aspirador encendido genera 65 dB, y una calle con mucho tráfico alcanza los 75 dB, no hay más que decir.
Hablando más concretamente de España tenemos un problema añadido, nuestra cultura choca de frente con la responsabilidad de cuidar la salud propia y de los demás en cuestiones de ruido. No se si será por falta de medios de las autoridades o falta de interés, tampoco se si es falta de trabajo divulgativo para el aprendizaje social, pero lo que si es que tenemos un buen problema. El exceso de ruido causa en España 1.100 muertes prematuras al año y 4.100 hospitalizaciones.
En Cuenca tenemos un gran problema si hay familias que se tienen que mudar por el ruido y, gracias a la inacción de las autoridades (conozco dos casos cercanos aquí en la misma ciudad), tenemos un gran problema si existe lo que se llama “usos y costumbres” como excusa para el incumplimiento de la ley de protección frente al ruido y que haya una rotonda llena de claxon de coches a los que se les permite aparcar en dicha rotonda en doble y hasta triple fila con un hospital justo enfrente; y tenemos un problema si tocamos el claxon para saludar o avisar al “campeón” de turno que aparca en segunda fila como si el mundo fuera suyo, sin pensar si ese claxon molestará (tocar el claxon sin razón conlleva una sanción administrativa).
No se qué hacen las autoridades al respecto, pero yo todos los días veo incumplimientos como motos sin “noise breaker” o “dBKiller” que tienen que llevar por ley, o empresarios que se gastan el dinero en sus espacios de marketing pero dejan a sus trabajadores en espacios completamente ilegales, y un largo etcétera. Todo esto se soluciona con educación y legislación.
Vamos a explicar dos casos que todo el mundo va a reconocer:
1. Hostelería: ¿Cuántas veces has estado en un bar y tenías que subir la voz para hablar con tus amigos? Eso es un defecto de construcción, un exceso de reverberación que impide la inteligibilidad, y la normativa dice que debe estar en unos márgenes que no se cumplen. No pretendo culpar a nadie, hay trampas para que sea legal, lo que es aún más triste porque lo que menos importa es la salud.
2. Oficinas: Un caso particular, me llaman para arreglar un problema de reverberación en una oficina de unos 350 o 400 metros cúbicos, según la normativa en este espacio no se puede tener más de 0,7 segundos de tiempo de reverberación, tienen 3,6 segundos de tiempo de reverberación, a todas luce ilegal, te debes volver loco trabajando ahí. Pues los jefes de turno, frente a los presupuestos de la solución, opinan que es muy caro y deciden no hacer nada, sin darse cuenta de que es ogligatorio!! ¿Cómo van a denunciar sus trabajadores el caso? No pueden arriesgarse a
perder su puesto.
Que haya 12 millones de españoles afectados en su salud parece que no es importante, o no lo suficiente para entender y empatizar con quienes sufren dichos problemas de salud. Por supuesto, de los beneficios ni hablamos: mejor concentración, mayor producción, mejora creativa, menos estrés en el trabajo, respeto del sueño… Todo esto parece que no cuenta.
Hay muchas maneras de hacerlo bien, pero también muchas de hacerlo mal, y vivir en una sociedad implica una responsabilidad para con quien te rodea, todos nos tenemos que poner las pilas, y hacer autocrítica pero, sobre todo,, tenemos que exigir el cumplimiento de nuestros derechos y la legislación que los garantiza.
Pablo Fresneda es consultor acústico