Decir que Cuenca no forma parte de la España vaciada no es más que un titular provocador en el sentido de provocar debate.
Lo que tienen las etiquetas es que son de quita y pon, se puede cambiar su significado, y estiran y encogen a voluntad. Y si la categoría de la que hablamos es susceptible de uso político, como es el caso, pues empieza la fiesta de los significados y significantes del marketing electoral.
Pues vamos a ello.
Hasta donde entiendo, España rural y vaciada pueden ser términos equivalentes, porque luego está el asunto de las ciudades intermedias, que se están vaciando en beneficio de las grandes urbes, pero que no serían estrictamente “España vaciada”.
La provincia de Cuenca es eminentemente rural y se encuentra en aguda despoblación. Pero no pertenecería exactamente a la categoría de la que hablamos porque, por méritos propios, forma parte una superior, que es la conformada por el grupo de territorios de la Unión Europea que son considerados, literalmente, desiertos demográficos.
En esa categoría de honor compartimos podio con Soria y Teruel.
Por otra parte, nuestra provincia carece de núcleo urbano de entidad, y la capital no sería ni tan siquiera ciudad intermedia que pierde población.
Todo aquello que beneficie a la España vaciada, y no me refiero a los discursos y buenas intenciones, será bueno para Cuenca, pero a mayores, es de justicia que se nos reconozca a nivel de estado y región el estatus de categoría especial que ya nos ha reconocido Europa.
Y ahora la provocación. Este club “privilegiado” al que pertenece Cuenca no nos corresponde, estamos en él, pero no deberíamos estar. Y digo esto porque Cuenca no es una provincia de interior aislada geográficamente de los flujos económicos del país.
Cuenca se encuentra justo en medio del mayor eje de prosperidad de nuestro país, que no es otro que el que une Madrid y Valencia.
Y no ha sido la geografía la que nos ha mandado al selecto club al que, más por decisiones ajenas que por méritos propios, pertenecemos.
Tan es así que este año de 2021 va camino de pasar a la historia de Cuenca como el del cierre de la línea de ferrocarril convencional, precisamente Madrid-Cuenca-Valencia.