Villaescusa de Haro concentra en una superficie de poco más de 90 kilómetros cuadrados uno de los conjuntos patrimoniales más ricos de la provincia de Cuenca. Estas son unas recomendaciones para aprovechar al máximo, pero sin prisa, un día en la conocida como Villa de los Obispos.
Aunque la mayoría de los principales puntos de interés están concentrados en el núcleo urbano, es recomendable comenzar pronto nuestro paseo por la villa para visitarla con detenimiento. Podemos hacer el recorrido por nuestra cuenta, ya que desde hace pocos años hay un conjunto de hitos informativos que nos ofrece las claves de los principales monumentos de la localidad manchega, aunque también se puede concertar una visita previa con antelación para poder acceder al interior de las tres iglesias.
En Villaescusa de Haro hay catalogados un monumento nacional y cuatro bienes de interés cultural. Conocerlos es dar un pequeño paseo por la historia del arte, ya que en el patrimonio histórico villaescusero conviven diferentes corrientes artísticas y estéticas. Podemos comenzar nuestro paseo matinal en la iglesia de San Pedro Apóstol, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII, aunque su aspecto actual, de estilo renacentista, es propio del siglo XVI, mientras que su altar mayor es de estilo barroco, ya preludiando el neoclásico.
En el interior de esta iglesia se encuentra la Capilla de la Asunción. Fue fundada en el siglo XVI por Diego Ramírez de Villaescusa, uno de los ilustres religiosos nacidos en esta tierra que se ha ganado el sobrenombre de Villa de los Obispos por ser cuna de doce prelados. Catalogada como monumento nacional, es una de las grandes joyas artísticas de la provincia y merece la pena contemplarla con detenimiento para no perderse ninguno de sus detalles arquitectónicos, como la bóveda y los arcos góticos, y contemplar las coloridas escenas del retablo obra de Felipe Bigarny, que reserva varias sorpresas para las miradas que huyen de la prisa y del mundanal ruido.
Dentro del patrimonio religioso de Villaescusa de Haro hay que conocer también el convento de los dominicos. Sus orígenes se remontan a la llegada al pueblo, hace cinco siglos, de un grupo de frailes liderado por fray Pablo de la Cruz. Los religiosos se instalaron en la villa a mediados del siglo XVI y levantaron su centro de operaciones con el apoyo del obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal. En los últimos años, el Ayuntamiento, además de rehabilitar todo este patrimonio para reivindicar la huella de los dominicos en Villaescusa, ha impulsado la utilización de este espacio con fines culturales.
Para completar este primer recorrido artístico por Villaescusa de Haro, podemos acercarnos a conocer el Colegio Universitario. Este inmueble de corte renacentista estaba llamado a convertirse en la primera universidad castellana, pero el proyecto impulsado por Diego Ramírez de Villaescusa en su tierra natal quedó truncado tras la fundación de la Universidad de Alcalá de Henares por parte del Cardenal Cisneros. Este inmueble también ha sido declarado Bien de Interés Cultural y alberga un establecimiento hotelero, que permitirá al visitante que desee pasar la noche descansar bajo el abrigo de unos muros de más de quinientos años.
Una vez nutridos nuestros conocimientos con esta visita turística, ha llegado el momento de alimentar también al estómago. Para empezar, os proponemos conocer las instalaciones de la quesería Villa d’Haro, una marca joven pero que acredita la experiencia de cuatro generaciones dedicadas a la elaboración de este manjar. Se puede concertar una cata comentada a la quesería o, simplemente, comprar algunos de sus quesos manchegos de oveja, que se han alzado con varios premios de categoría internacional, entre ellos el queso de manteca floral, considerado uno de los mejores quesos del mundo.
Como el queso nos abrirá el apetito y ya se habrá hecho la hora de comer, tenemos tres restaurantes en Villaescusa de Haro, todos recomendables según el gusto. El restaurante Saga, un emblema de la carretera nacional N-420 desde hace más de cincuenta años, la tradición como marca de la casa. El restaurante Anca Jose, camaleónico, donde Jose, el regente, propone una cocina de amplios recursos y toques innovadores que conjugan su conocimiento del guiso casero manchego y de cocinas internacionales como la árabe y la latinoamericana. Finalmente, está el restaurante Amparito’s, el mesón de toda la vida donde podrás disfrutar de los sabores de siempre, los de casa, junto a los parroquianos fieles.
Después de la comida, con las fuerzas renovadas, es el momento de dar un paseo hasta el castillo de Haro. Se trata de una fortaleza de propiedad privada, situada a unos dos kilómetros del núcleo urbano y declarada Bien de Interés Cultural. Esta ruta nos permitirá conocer el entorno natural de la ribera del Záncara dada su proximidad, valorar la riqueza de las aves de la laguna de los capellanes, pasear por el estrecho de Haro en un cortado en la sierra de la Villa… Disfrutar, en definitiva, de un entorno natural atractivo y singular del que disfrutarán los amantes del senderismo y que es destino habitual de recorridos de bicicleta de montaña por su orografía variada.
Si después de descubrir los principales tesoros de Villaescusa te quedas con ganas de más, hay muchas opciones interesantes en las proximidades de la localidad, como el castillo de Belmonte, a seis kilómetros; el molino El Blanco, en Carrascosa de Haro, o el museo Lucas de Iranzo, en Fuentelespino de Haro, a once kilómetros del origen de la ruta.
Y si no te ha dado tiempo en una jornada a saborear como se merecen todas estas propuestas, y alguna que nos guardamos para no desvelar todos los secretos, ya tienes tu bella excusa para quedarte dos días en Villaescusa de Haro.
Este artículo forma parte del Especial Turismo 2024 de Enciende Cuenca. Puedes leer el resto de contenidos en este enlace y en Flipboard.
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