Fran Martínez ha alabado las tradiciones y productos conquenses en su pregón de las fiestas de San Julián, en el que ha manifestado orgullo máximo de pertenecer a esta tierra y ha agradecido el cariño que le han dado sus vecinos durante la participación en el reality de cocina de Televisión Española.
El cocinero ha manifestado que “si mi sueño era participar y llegar lo más lejos posible en MasterChef, estar aquí pregonando ante vosotros nuestras fiestas ni si quiera lo había llegado a soñar”, por lo que este acto culmina la increíble experiencia que he vivido en los últimos meses de mi vida”.
Fran Martínez ha manifestado que sentía un agradecimiento enorme “por la oportunidad tan grande que se me estaba dando para cumplir el sueño de mi vida: formarme como cocinero y trabajar incansablemente para que mi trabajo fuera el mejor posible”.
Presume el cocinero de que en las cocinas del programa era “Fran, el de Cuenca” y para él eso era “una responsabilidad” y un orgullo.
En aquellos fogones “acudía a mí la cocina de mi abuela, la cocina de la sierra y la del campo, la de los pastores y la de los antiguos señores, la cocina de nuestros ancestros y la de los cocineros de nuestra ciudad que luchan hoy para que nuestra gastronomía sea valorada por los visitantes y los de casa, siempre lo más difícil de conseguir”, ha revivido el pregonero. “Uno siente por dentro unas ganas enormes de mostrar todo ese bagaje gastronómico en cada plato, y un orgullo por la tierra, tan grande como el que siente un abanderado en los Juegos Olímpicos”, ha afirmado.
“Basta con alejarme de Cuenca para verla con otros ojos. Es como un velo que se rasga y nos descubre las cosas maravillosas que sabemos de ella pero en las que ya no reparamos a fuerza de verlas a diario”, asegura Fra, que se ha definido como “un conquense nacido y criado en la Fuente del Oro, que disfrutó y vivió desde niño las entrañables Ferias y Fiestas de San Julián entre las casetas de tiro, las atracciones, los coches de choque y las carreras de la Hípica, con sus noches de conciertos, de rumbas en las verbenas y el chocolate Valor con su bizcocho, noches de llevarse a casa un perrito piloto, una planta para mi madre o un pececillo rojo” y afirma que disfruta de la oportunidad de verlas con los ojos de sus hijos.
Se ha confesado también como un conquense que vive también la Semana Santa bajo la túnica de turbo, que comienza la noche de Viernes Santo “con sus buenas judías con chorizo entre pecho y espalda, y las chuletillas de cordero que nos aguantan el resoli y el bajón de la madrugada; un turbo que representa la mofa como manda la tradición pero que apenas puede contener la emoción con el Miserere del Coro del Conservatorio al Jesús en los Oblatos”.
“Soy un conquense aferrado a nuestra tierra, que nunca quiso irse de Cuenca porque ella me lo ha dado todo: mi familia, mis amigos, mi trabajo, y lo más valioso que tengo, mi mujer, Cristina, y mis dos hijos, Cayetano y Valeria, y, con ellos, todas mis ilusiones de futuro”, proclamó un Fran que se acordó también de Cañizares, “la tierra de mis antepasados”, donde le llegan los aromas de la cocina de su abuela y el aire de la Serranía de Cuenca”.
“¡Ea, pues eso, que soy de Cuenca! Y no hay que avergonzarse de nada!”, ha insistido el pregonero, que ha reivindicado varios productos de las comarcas conquenses y ha pedido rescatarlos “para sostener su producción y para darlos a conocer”.
Terminó el camarero agradeciendo “ese cariño que vengo disfrutando y que me tiene maravillado porque supone para mí un pilar en el que apoyarme y tirar hacia adelante en este nuevo camino que voy a emprender en nuestra ciudad” y agradece que le hayan permitido “ser profeta en mi tierra”.