Opinión

Las noches de domingo acaban mal

Sería lo justo empezar diciendo que Joaquín Sabina, y no descubro nada, es un letrista para mantener siempre en la memoria en este país. Sus canciones han marcado todas las décadas desde los años 80, tiene un grupo de seguidores de edades variopintas y no solo en España, también en centro y sur américa. Algunas de sus canciones han pasado a ser himnos, por unos u otros motivos, y aunque también las encontremos con un envejecimiento cuestionable, nadie puede negar que algunos títulos como “Y sin embargo” pueden estar entre los mejores temas escritos en nuestra lengua.

Dicho lo cual, y sin ocultar que soy un seguidor desde los 15 años –por momentos del autor y del personaje y, en los últimos tiempos, más del autor que del personaje- creo que “Último vals” se le queda pequeño.

Quienes hemos seguido la trayectoria del de Úbeda sabemos que como despedida suena mucho mejor “A mis cuarenta y diez” o “Tan joven y tan viejo” que este (presunto) último videoclip. Y esto podría obedecer a ciertas cuestiones que no tienen porque indicar que al “maestro” se le haya secado “el tintero”. Cierto es, no podemos obviarlo, que tampoco es la mejor letra de Joaquín, salvado por un videoclip donde los fieles seguidores disfrutan de tantos nombres que admiran –no todos- y, sobre todo, de la simulada “aparición” de uno de los autores que mejor ha tratado a la lengua castellana: Javier Krahe. Quizás a él no le hubiera sucedido este pinchazo, mucho más alejado del mercado de la música que Sabina lo que marcó una diferencia abisal entre sus carreras.

Y es que Sabina no suena a Sabina desde hace varios discos, concretamente y no hay porque ocultarlo, desde que Leiva se encarga de las producciones/musicalización de los mismos. Tengo en alta estima al ex de Pereza, creo que ocupa su nicho, aunque la innovación no parece estar entre sus cualidades. También reconozco que, puntualmente, han podido servir a Joaquín para el fin que se pretendía sus arreglos y estilos musicales, pero suena repetitivo. Desde aquel “Tiramisú de limón”, Leiva y Joaquín explotan el A + B que les funciona comercialmente (supongo) pero que enfría a sus seguidores más acérrimos. Como diría mi buen amigo Santi –no conozco nadie más fiel seguidor del jienense- “la música de Leiva suena de puta madre, es pulcra, pero no tiene magia.”

Y es que Sabina siempre ha tenido, y tiene, una magia distinta para componer, escribir y transmitir. Siempre dispuesto a contrariar –nunca sabremos cuantas veces contrariaba con sus declaraciones o actitudes Joaquín Martínez y cuantas Sabina, no se descarta una “Doble vida”- saltarse alguna línea roja y contar, con belleza y magistral sencillez, lo que todos queríamos decir o escribir y no somos capaces. Y así debemos recordar al gran artista: alejado de él mismo en no pocas ocasiones y capaz de erizar la piel con una frase sacada de la chistera o, en este caso de su bombín.

Así que no hemos podido evitar, “Mi vecino de arriba” y yo, comentar este videoclip, y sabiendo que hay “Más de 100 mentiras” que valen la pena, y tras un breve repaso de la “Pobre Cristina”, la del cuarto, hemos concluido que aquél autor que se “Bajó en Atocha, se quedó en Madrid” para vivir en la “Calle Melancolía”, ha tenido, al menos, “19 días y 500 noches” de mayor inspiración y que, aun así, no debemos –ni queremos- juzgarlo por una “Nube negra” y preferimos quedarnos con algunas de las mejores letras escritas desde aquí hasta “Leningrado”, sabiendo que somos “Tan jóvenes y Tan viejos” para haber disfrutado desde el principio de un artista único que nunca, nunca, se diluyó entre los demás “Peces de ciudad”

Jacobo Medianero Millán

Tan joven y tan viejo.

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