El Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca reivindica en una exposición al polifacético Antonio Lorenzo, gran amigo de Fernando Zóbel y uno de los pintores protagonistas de la creación del espacio artístico de las Casas Colgadas en la década de los sesenta.
Alfonso de la Torre ha comisariado esta exposición titulada ‘Retrato de un pintor con ideas’ que recorre la evolución de Antonio Lorenzo a través de 40 obras, algunas de las cuales no se habían expuesto hasta la fecha, reunidas con la colaboración del nieto del artista Federico Lasauca y su familia.
El director de exposiciones de la Fundación Juan March, Manuel Fontán, ha revelado durante la presentación de la muestra que “ Cuando hicimos la exposición del 40 aniversario del museo, tuve la ocasión de visitar a Lorenzo y me contó muchas cosas de la inauguración y de aquellos momentos y desde ese momento tuvimos claro que, como a todos los artistas de la colección, le teníamos que dedicar un proyecto”.
La génesis de esta exposición se remonta al año 2015. De la Torre entabló contacto con la familia de Lorenzo durante la elaboración del catálogo razonado de Millares porque el artista madrileño tenía, de su paso por el llamado Grupo Quince, una serie de grabados que prestó a aquella muestra. Fue entonces cuando May Lorenzo, hija del artista, lanzó la idea de mostrar esta obra de su padre en Cuenca, un guante que la Fundación Juan March recogió cinco años después.
May Lorenzo falleció antes de que se pudiera hacer realidad, “pero no sin antes dejar muy ordenado el inventario, el archivo y las referencias a pinturas, obras y documentación de su padre”, ha explicado Fontán. Todo este material llegó junto al apoyo de la familia Lasauca al despacho de Alfonso de la Torre, que ha preparado un exposición “que no es muy grande, pero sí muy intensa y cumple la función de recordar la carrera completa, por fases, de un artista capaz de hacer muchas cosas, que va variando y que era muy consciente de los problemas de cada época”, resume Manuel Fontán.
Esta muestra, junto con la de los Blassi inaugurada hace unos días y las que van a presentar próximamente sobre el Archivo Portela, el fotógrafo informalista Paco Gómez y el artista José María Yturralde, se celebra en el contexto de los actos del centenario de Zóbel, que está siendo aprovechado por la Fundación para “dar créditos que no es que hubieran perdido crédito, pero estaban más ausentes de lo debido”, apunta Fontán, que cree que tras esta exposición “se va a poder decir que es un pintor con autoridad”.
UNA RELACIÓN PERMANENTE CON ZÓBEL Y CON CUENCA
El comisario de la exposición, Alfonso de la Torre, señala que “la presencia de Lorenzo en esta historia conquense es permanente”. Conoció a Fernando Zóbel en 1955, en la galería Fernando Fe y en un encuentro estudio de Gerardo Rueda, con mediación de Isabel Montojo, los tres se hicieron “amigos para siempre”.
Antonio Lorenzo visita Cuenca junto a Zóbel y Torner en 1963. Ese mismo año comparte casa con Rueda y el pintor filipino y en 1966 asistía a la inauguración del Museo de Arte Abstracto, que cuenta con obras suyas en la colección permanente.
Entre 1968 y 1978 fue el estampador de los grabados de Zóbel y de la Torre comenta que “a pesar de desvincularse con frecuencia de lo que hemos llamado el Grupo de Cuenca, está permanente vinculado”.
Alfonso de la Torre comenta que a Lorenzo “le debemos el conocimiento del aguafuerte, de la técnica de estampación de los grabados contemporáneos, un conocimiento que a su vez había adquirido en un mítico viaje a París, con Rueda y Zóbel, para visitar a Bernard Schiltz”.
PASIÓN POR LA MÚSICA, QUERENCIA POR LA MUDEZ
El propio Antonio de la Torre conoció a Antonio Lorenzo en 1985, precisamente para hablar de Zóbel y posteriormente coincidió en otras ocasiones como en la histórica exposición sobre el grupo de Cuenca en el centro cultural de la Villa de Madrid.
El comisario lo define como un artista “inquieto” y con múltiples facetas: dibujante, ilustrador, colagista, escultor de piezas quietas y de piezas cinético-lumínicas, fotógrafo de la pintura de Fernando Zóbel, melómano y escritor de arte, a pesar de que detestaba a los críticos”.
En la muestra se revela cómo se inició en el arte abstracto a través de un artista dominicano, Silvano Lora, un artista que había conocido a Jackson Pollock al que Lorenzo alojó durante un viaje en su casa.
También se pueden comprobar sus pasiones, como la música, que para él eran, y la tecnología, que se incorpora a sus pinturas su obra de una forma conceptual y formal, con inclinación a realzar la estética de la maquinaria
La exposición exhibe también varias muestras de la correspondencia que mantuvo con Fernando Zóbel y cuenta con archivos sonoros para recoger su pasión por la música, que para Antonio Lorenzo era “el gran arte”.
La muestra se complementa con un catálogo elaborado por Adela Morán y una futura exposición expandida en la página web de la Fundación.
En definitiva, los amantes del arte tienen hasta el 26 de enero para descubrir a un artista “amante de la poesía, pero poeta el mismo; que rechazó el éxito y prefirió situarse al margen de las modas, con cierta querencia por la mudez, frío y descreído; escéptico que decía que el arte decía no existe, que daba preeminencia a la mirada y otorgaba un gran valor a todo el mundo de las máquinas, hasta el punto de que Calvo Serraller tituló como ‘Máquinas casadas’ el catálogo de su exposición en la galería Soledad Lorenzo.
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